El Año Perdido o volumen cuarto, comenzó con la deserción de Morrison y Ha. Apenas dos números y parón. Desavenencias o nuevos proyectos del guionista, hizo que lo que se suponía una revitalización se quedara en nada. Pero la idea quedó ahí y Keith Giffen recuperó en 2008 la serie. Después de una conversación telefónica con Morrison, Giffen tenía ya la idea con la que el guionista escocés quería relanzar a The Authority: ¿Qué ocurriría si se perdieran en La Sangría?. Y ya teníamos otros diez números donde veríamos al grupo intentando encontrar el camino a casa.
La idea, ya vista decenas de veces, nos metía de lleno en el juego de universos, tierras paralelas, y contrapartidas de los personajes. Y eso da mucho juego para un guionista experto como Giffen, que sin la brillantez que se le debe exigir, crea un argumento coherente, lineal y entretenido.
Tiene momentos divertidos este Año Perdido, como por ejemplo la tierra donde Apollo y Midnighter no han salido del armario. Justamente en ese capítulo es donde vemos el espíritu de la JLI, donde el humor campa a sus anchas, creando una historia fresca y desenfadada. Giffen no lo hace mal, pero no es Ellis o Millar. Se mueve mejor cuando el registro es menos grave e intenta contentar a los seguidores de la serie y a sus seguidores. La mezcla contentará a ambos.
Uno de los errores que hace que pierda algo de calidad el tomo es el baile de dibujantes, que no ayuda nada a que el tomo tenga sensación de unidad. No es que tengamos buenos o malos dibujantes, la cuestión es que no tenemos continuidad en el dibujo.
Para un seguidor de The Authority, el tomo es una forma de curar su adición y pasar un buen rato.Y esperar que algún día Morrison quiera mostrarnos su versión del grupo.