Alex Ferguson tenía 13 años y fama de rebelde en la escuela de Govan, su escocesa ciudad natal, cuando el profesor Bill Dobie lo golpeó con un cinturón porque el joven se negaba a decirle "Sir". "Tenía que dejarle claro quién era el jefe [the boss]", contó Dobie. Casi medio siglo después, Dobie vendió el cinturón por 55 libras a una casa de antiguedades. Lo acompañó con una nota que certificaba que ese cinturón había sido usado para castigar a Ferguson, que dos años antes había sido designado "Sir" por la corona británica. "Sir", y con flamantes 71 años, Alex Ferguson cerró 2012 insultando a un árbitro y ayer empezó 2013 ganando. Lleva 26 años haciéndolo como DT de Manchester United, otra vez líder de la Premier League.
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El fútbol argentino, que inicia el año con las celebradas vueltas de Carlos Bianchi a Boca y Ramón Díaz a River, difícilmente habría sostenido a Ferguson entre septiembre de 1989 y febrero de 1990. El equipo no ganaba la Liga desde 1967 y estaba casi en zona de descenso cuando Ferguson llegó el 5 de noviembre de 1986. Eran otros tiempos. Manchester United, Manchester City y Chelsea estaban entre los cuatro últimos del campeonato. Pese a que incorporó importantes refuerzos, Ferguson llevaba ya tres años sin resultados en el United. En septiembre de 1989 perdió por 5-1 el clásico contra el City. Llegó una seguidilla de once partidos sin triunfos. Vivió encerrado. Se sintió un criminal. "Pocas veces tuve tantas ganas de poner la cabeza dentro del horno sabiendo que muchos encenderían el gas", confesó años después. Se iba a Glasgow para evitar a hinchas de su club. Le costó mucho combatir contra la cultura alcohólica dentro del vestuario. "Fergie Out" y "Bye-bye Fergie", cantaban los fanáticos. "Tres años de excusas", decía un célebre cartel creado por el hincha Pete Molyneux. "Perdió el control del vestuario", lo señaló su compatriota Jim Leighton, arquero desplazado de la titularidad. Todo comenzó a calmarse en mayo, con la conquista de la FA Cup. El primero de los 39 títulos oficiales que lleva ganados en Manchester United, al que coronó 12 veces campeón de Inglaterra, una vez cada dos años.
"Alec" creció en un ambiente único que incluía cocina, living y dos camas, una de las cuales compartía con su hermano Martin. La otra era alquilada a un matrimonio irlandés. También había baño, un lujo tenerlo dentro de la casa. "No sé qué quieren decir cuando escriben que crecí en la pobreza. Fue duro, no había televisión, auto ni teléfono. Pero yo creía tenerlo todo y era así: tenía una pelota", contó una vez Ferguson. El fútbol lo hizo famoso en las peligrosas calles de Govan. Ganó una dureza que exhibió años después como jugador. "El trabajo duro puede ganarle al talento cuando el talento no se trabaja duro". La frase de Drumchapel, su primer equipo importante, marcó buena parte de su carrera. Tanto como la dureza de su padre, que siempre encontraba críticas aun tras un 7-0 con cuatro goles suyos. Alexander Beaton Ferguson, ayudante de chapista en la industria náutica, futbolista y protestante, murió de cáncer un año luego de jubilarse. Cuentan que por eso Sir Alex seguirá en Old Trafford hasta que los médicos, no el club, digan basta.
Quiso hablar en un vestuario con apenas 16 años y ya debutante en Queens Park Rangers. "Podrás hablar sólo cuando comiences a afeitarte", lo retaron los mayores. Trabajaba como aprendiz en los astilleros de Clyde. Protagonizó una huelga de tres semanas que terminó en triunfo y otra en defensa del delegado comunista Calum Mackay que terminó en fracaso. En 1963, desalentado, casi dejó el fútbol. Tres goles para St Johnstone en una histórica victoria por 3-2 contra Rangers en Ibrox Park cambiaron su vida. El arribo al poderoso Rangers confirmó su condición de volante duro y goleador. Sus codazos ganaron tanta fama que uno de los salones de los dos pubs que luego administró en Escocia llevaba el nombre de "The Elbow [codo] Room". "Bastardo", insultó a un entrenador de Dumferline apenas advirtió que no era titular. A otro lo cruzó borracho en el hotel para golpearlo. Su fama de "Furious Fergie" jamás lo abandonó. Ya director técnico, más de una vez dijo a sus jugadores: "Do as I say, not as I do" ("hagan lo que digo, no lo que hago").
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En los modestos East Stirlingshire y St. Mirren no construyó solamente un equipo. Construyó un club. Tenía 32 años, ganaba 40 libras por semana y 2000 para fichar refuerzos. Por indisciplina sacó del equipo al hijo de un dirigente. Quitó nieve del campo. Permanecía hasta la madrugada en el club. Buscaba proyectos de cracks en los potreros. Siempre se lo reconoció como un DT más motivador que táctico, aunque con la característica de "cabrón" que tiene aún hoy. "Si pierden ni se acerquen al vestuario", advirtió a sus jugadores en Aberdeen, al que llevó a ganar ya no sólo en Escocia, sino también en Europa. Rompió botellas y tazas contra paredes de vestuarios. Así llegó a lastimar alguna vez a David Beckham. Y mezcló vidas privadas con sus reproches. Siempre tuvo "espías" que le contaron intimidades del plantel.
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EZEQUIEL FERNÁNDEZ MOORES
“El Jefe”
(la nación, 02.01.13)