Cuando el automóvil de la joven Jane Lindstrom (Glynis Johns) sufre un problema mecánico, ella decide caminar hasta el lugar habitado más cercano para pedir ayuda. Sin embargo, una vez ahí, sus problemas comienzan a empeorar de manera significativa; no solo es retenida en el lugar en contra de su voluntad por el dueño de casa, un siniestro hombre llamado Caligari (Dan O´Herlihy), sino que además este decide llevar a Jane por un lento y tortuoso camino hacia la locura, mediante la utilización de diversos juegos psicológicos en los que también participan algunos de sus invitados, quienes no parecen estar conscientes de lo que en verdad está sucediendo al interior de la casa.
Tras la exitosa adaptación que el director Alfred Hitchcock realizó de la novela “Psycho” en el año 1960, el escritor Robert Bloch decidió que era tiempo de probar suerte en Hollywood como guionista. Sin embargo, su aventura en la industria cinematográfica probaría ser más accidentada de lo que en un inicio pensó que sería. Tras trabajar como guionista en algunas series de televisión, a Bloch se le otorgó la oportunidad de escribir el guion del prácticamente desconocido thriller “The Couch” (1962), del director Owen Crump. Ese mismo año, el escritor consiguió involucrarse en otro proyecto que al menos en un principio parecía ser el indicado para impulsar su carrera hollywoodense. Sin embargo, “The Cabinet of Caligari” terminaría convirtiéndose en una verdadera debacle para Bloch. Para empezar, independiente del título del film, el cual fue sugerido por Roger Kay, este prácticamente no tiene nada que ver con el clásico del cine expresionista alemán dirigido por Robert Wiene durante la década del veinte, sino que muy por el contrario, la cinta presenta una mayor cantidad de similitudes con la historieta “Whirpool”, la cual fue escrita por Johnny Craig y publicada en la colección “Vault of Horror” de la editorial EC en el año 1953. Por otro lado, es por todos conocida la áspera relación que Bloch mantuvo con Kay durante el rodaje del film, lo cual quedó estampado en la autobiografía del escritor titulada “Once Around the Bloch”. En dicho libro, Bloch no escatima palabras para describir los numerosos intentos por parte de Roger Kay de despojarlo de la autoría del guion, actitud que probablemente sería en parte responsable del resultado del film.
En “The Cabinet of Caligari”, Jane Lindstrom es presentada como una mujer joven de espíritu libre, la cual mientras se encuentra manejando su automóvil por un solitario camino montañoso con destino desconocido, sufre un problema en uno de sus neumáticos, lo que la obliga a buscar ayuda en la palaciega casa del enigmático Doctor Caligari. Después de entablar una extraña e insinuante conversación, el dueño de casa le pide a su asistente Chris (Constance Ford) que prepare una de las habitaciones para su nueva “invitada”, quien está convencida que podrá seguir su camino una vez que amanezca. Sin embargo, la muchacha pronto se dará cuenta de lo equivocada que estaba; luego de descubrir que el Doctor no tiene interés alguno en dejarla ir, Jane se ve obligada a interactuar con los extraños invitados de su anfitrión, quienes parecen estar dominados por el influjo de Caligari ya que curiosamente no demuestran ninguna prisa por regresar a sus respectivos hogares. A medida que la estadía de Jane se prolonga de un par de horas a varios días, esta admite su rol de prisionera, pero no logra dilucidar el rol del resto de los invitados, lo que la lleva a desconfiar de todos aun cuando algunos intentan establecer un vínculo más cercano con ella. Impulsada por el temor que le provoca su captor y la posibilidad de perder por completo la cordura, Jane buscará superar su desconfianza y establecer algún tipo de alianza con el resto de los invitados de Caligari, para así poder escapar del lugar antes de que sea demasiado tarde.
Ya para el año 1962, la industria hollywoodense había logrado adaptarse de manera satisfactoria al nuevo esquema reinante luego de la estrepitosa caída del Sistema de los Estudios a fines de la década del cuarenta. Una vez que los productores entendieron que podían obtener recursos mediante la explotación de diversos medios de comunicación, los creativos pudieron respirar tranquilos porque se les abría un abanico de posibilidades para poder plasmar sus ideas. En gran medida, “The Cabinet of Caligari” se benefició de esta renovada atmósfera laboral, la cual provocó una proliferación de nuevos rostros al interior de la industria, y desencadenó un ferviente deseo por parte de un buen número de realizadores y productores de experimentar con ideas comercialmente riesgosas. Desde prácticamente el inicio del film, Roger Kay no solo deja en evidencia que la historia posee un distorsionado sentido del espacio/tiempo, sino que además existe una fascinación voyerista con la figura de Jane Lindstrom. Esto pavimenta el camino para la exploración de temas como el ya mencionado voyerismo, el fetichismo, la sexualidad, la desorientación, la paranoia y la incomodidad, los que en conjunto conducen al film a los terrenos del terror psicológico. Al mismo tiempo, la atmósfera enrarecida que domina al relato se refuerza gracias a la presencia de diversos diálogos pintorescos, y de una serie de imágenes surrealistas que buscan sorprender e incomodar tanto a la protagonista como al espectador.
Como se indica anteriormente, más allá del título, la cinta de Kay tiene una escasa relación con el ya mencionado clásico “Das Cabinet des Dr. Caligari” (1920). De hecho, el nexo entre ambas producciones se limita a la utilización de algunos de los preceptos del expresionismo alemán en una de las escenas finales de la película de Kay, y a la exploración del abordaje manipulador de la psiquiatría. De hecho, el film no solo expone a la psiquiatría como una disciplina enfermiza y retorcida, sino que además critica varios aspectos de la vida moderna. Esta noción es reforzada a través de la actitud de Caligari, quien parece demostrar un especial interés en la vida sexual y las fantasías de la protagonista, por lo que ante las constantes negativas de Jane de satisfacer sus morbosos deseos, el buen doctor busca que la muchacha reaccione espiándola por un tragaluz mientras esta toma un baño. La curiosidad voyerista de Caligari es complementada por una serie de juegos mentales, los cuales culminan con la respuesta desesperada de Jane, quien cree que la única forma de frenar los constantes avances de su captor, es revelando la supuesta impotencia que se esconde tras su conducta lasciva. Las metáforas tanto sutiles como evidentes abundan en el guion escrito por Robert Bloch, siendo la más llamativa aquella que se plasma en una secuencia en la que la protagonista se ve atrapada en un laberinto expresionista una vez que descubre el horrible secreto que esconde Caligari, lo que obviamente no hace más que representar el caos psicológico que ha desencadenado la irrupción del doctor en su vida.
En el ámbito de las actuaciones, Dan O´Herlihy realiza un estupendo trabajo interpretando a Caligari, ya que no solo lo convierte en un personaje enigmático, sino que además logra establecerlo como un villano despreciable y retorcido. La labor de Glynis Johns en cambio es sumamente irregular, ya que mientras que por un lado logra expresar de manera creíble un gran rango de emociones mientras intenta establecer alianzas con los otros personajes que visitan la casa de Caligari, solo para descubrir que nadie parece realmente dispuesto a rescatarla de la situación que la tiene al borde del colapso, en diversos pasajes del film no puede evitar caer en una sobreactuación que le resta impacto a la historia, y que destruye por completo la atmósfera paranoica y surrealista que intenta establecer el director. En relación al elenco secundario, si bien todos realizan un trabajo correcto, la verdad es que nadie se destaca demasiado ya que en su totalidad interpretan a personajes unidimensionales que no logran despertar el interés del espectador. Por otro lado, en lo que respecta al aspecto técnico del film, el atmosférico pero algo irregular trabajo de fotografía de John L. Russell, es complementado con la banda sonora compuesta por Gerald Fried, la cual realza de manera efectiva tanto los momentos dramáticos como aquellos más cargados al terror psicológico.
La principal debilidad del guion escrito por Bloch es que la revelación final resulta ser algo predecible, lo cual sumado a la inclusión de escenas innecesarias repletas de diálogos que carecen de una real coherencia o importancia para el desarrollo de la trama, provoca que la cinta se sienta algo pesada y larga. Al mismo tiempo, la irregularidad interpretativa de su protagonista por momentos facilita que el espectador pierda interés en su dilema y su eventual destino. Comercialmente hablando, “The Cabinet of Caligari” tuvo un pobre desempeño en las salas de cine, principalmente porque la Twentieth Century Fox decidió promocionar el film como una cinta de terror, siendo que en verdad es un thriller psicológico en toda su regla, lo que obviamente decepcionó a los espectadores que esperaban ver un producto similar a “Psycho”, o que sencillamente que añoraban encontrarse con un remake de la obra de Robert Wiene. Pese a sus falencias, “The Cabinet of Caligari” es claramente un film que triunfa al momento de exhibir una serie de determinados objetos y situaciones familiares bajo un prisma distorsionado y siniestro, y que al menos expone de manera interesante el tema de las realidades subjetivas y la complejidad que se esconde tras la disciplina de la psiquiatría, lo que al final del día provoca que la colaboración de Bloch y Kay califique al menos como una curiosidad a descubrir para el espectador ávido de este tipo de relatos.
por Fantomas.