Género: Suspenso.
País: Reino Unido - Puerto Rico.
Duración: 92 minutos.
Dirección: Matthew Parkhill.
Intérpretes: Rachelle Lefevre, Stephen Moyer, Lorna Raver, Ed Quinn, Luis Guzmán.
"Cuando la recientemente divorciada Mary Kee establece su residencia en su nuevo apartamento, se topa con un viejo teléfono del que rápidamente se enamora. Impresionada por su encanto antiguo, le da un lugar de honor en su casa. En poco tiempo, Mary comienza a recibir extrañas llamadas de una misteriosa y desconocida anciana. Con el tiempo, ella descubre que la persona que llama es una mujer llamada Rose y ambas forjan una insólita amistad. Sin embargo, cuando Rose anuncia que se llama desde el pasado, Mary empieza a cuestionar los motivos de su nuevo amiga.
Con cada llamada, una más perturbadora que la anterior, el sentido de pánico de Mary se intensifica. Sintiéndose perseguida en su propia casa, Mary corta todo contacto con Rose. Enfurecida por la traición de Mary, Rose amenaza con una venganza terrible."
Lo que presenciamos como meros espectadores es un intercambio bizarro entre dos grandes actrices: por un lado, una Rachelle Lefevre que hizo muy bien en no volver a la saga Twilight y se encuentra a sus anchas cargándose todo el peso de la película componiendo a una Mary frágil y debilitada por los años de abusos a los que se vio sometida por su pérfido esposo Steven; Rachelle está presente el %95 de la película y realmente se calzó la mochila al hombro y lleva la historia ella sola perfectamente; por el otro lado, la voz en el teléfono, que no es ni nada más ni nada menos que Lorna Raver, vista por última vez como la excelentemente malvada Silvia Ganush en Drag Me to Hell, aquí presente a través del teléfono, demostrando que sin (apenas) mostrarse puede destilar pavor y nerviosismo con sólo su voz.
Junto a estas dos damas en un duelo interpretativo (raro) único estan Stephen Moyer (si lo habremos escuchado decir Sookeh tantas veces en True Blood) como el interés romántico/detonador de la trama, que le explica a Mary el funcionamiento de uno de los puntos claves de la película y Luis Guzmán, el eterno personaje secundario que no aporta mucho a la trama pero le da una pincelada cálida al retrato en general.
Calificación: B