The Changeling: Vida nueva, casa nueva.

Publicado el 07 enero 2011 por Fantomas
“The Changeling” (1980), es un film de terror del director Peter Medak, el cual está protagonizado por George C. Scott, Trish Van Devere y Melvyn Douglas.
John Russell (George C. Scott), un profesor de piano, se muda a una hermosa pero misteriosa mansión, para olvidar el trágico accidente que mató a su esposa e hija. Él pronto descubrirá que no vive sólo; en la casa se esconde un diabólico espíritu que lo obligará a descubrir el oscuro secreto que se esconde en el lugar.

En 1968, el escritor Russell Hunter arrendó una fastuosa mansión en Denver por la increíble suma de 200 dólares, la cual nadie más quería arrendar. A poco más de una semana de haberse mudado al lugar, empezaron a suceder extraños acontecimientos. Por momentos se escuchaba un golpeteo constante, y en otras ocasiones mientras las puertas se abrían y se cerraban sin control, las murallas comenzaban a vibrar. Tras hablar con una mujer que le aseguró que en la casa habitaban fantasmas, Hunter decidió realizar una sesión espiritista que le ayudó a revelar el misterio que escondía la casa. Basado en estas experiencias, el mismo Hunter escribiría el guión de “The Changeling”, el cual se lo vendería a la productora canadiense Chessman Park Productions. Paralelamente, el director Peter Medak estaba buscando dar el salto de la televisión a la pantalla grande, para así poder filmar algunas cintas que tuvieran algún trasfondo social. Aunque no sentía mucho apego por las historias de terror, Medak sabía que para que se le abrieran las puertas de la industria cinematográfica norteamericana, necesitaba realizar una cinta comercial exitosa.
Fue así como Medak decidió asumir la dirección de “The Changeling”, aunque lo que verdaderamente lo convenció a sumarse al proyecto fue un elemento en particular. “Lo que realmente me atrajo del proyecto fue la escena de la sesión espiritista y la escena que venía inmediatamente después de esa, donde el personaje de Scott se dedica a escuchar la grabación de la sesión”, declararía Medak en una entrevista. “Esas escenas fueron las únicas razones por las que hice el film”. La película comienza con el trágico accidente sufrido por la esposa y la hija del protagonista, quien encerrado en una cabina telefónica, no tiene más remedio que observar como su familia es atropellada por un camión que se ha salido del camino. Esto inmediatamente le otorga a Russell una carga emocional suficiente para replantearse por completo su vida, lo que eventualmente lo lleva a mudarse a una nueva ciudad. Al mismo tiempo, el dolor que le ha producido la pérdida de sus seres queridos, lo ha ayudado a estar en sintonía con el mundo espiritual, lo que sumado a su sensibilidad artística (es un destacado pianista), eventualmente lo lleva a tener contacto con los fantasmas que habitan en su nueva y siniestra casa.

De hecho, es precisamente a través de su música que Russell logra hacer contacto por primera vez con los espíritus que residen en su mansión gótica. Pese a que los sucesos paranormales que afectan al lugar comienzan a ir en escalada, tanto en frecuencia como en peligrosidad, la película no podría ser del todo enmarcada dentro del género del horror. De hecho, tras el episodio de la sesión espiritista, la cinta funciona más como un relato de misterio. Las escenas de terror propiamente tal son bastante pocas, aunque resultan ser efectivas, y la verdad es que sirven solo para introducir las interrogantes que son el verdadero eje central de la historia. ¿Qué es lo que ha sucedido en aquella mansión? Y ¿Qué es lo que realmente desean los espíritus que habitan en ella? Esas son las interrogantes que Russell y su amiga Claire Norman (Trish Van Devere), tendrán que responder durante gran parte de la segunda mitad del film, esperando con esto terminar con el horror que se cierne sobre la mansión.
Resulta por lo menos curiosa la actitud del protagonista, quien en muy contadas ocasiones demuestra temor. Es retratado como un hombre sumamente racional, impulsado meramente por su curiosidad. Y es que en parte el misterio que tiene entre manos le ha ayudado a sobrellevar su pérdida y en cierta medida, piensa que solucionando el “problema” de los espíritus, puede redimirse de lo poco y nada que pudo hacer por su familia. Ante la pasividad de Russell, será Claire la encargada de expresar una respuesta más emotiva ante lo sucedido en la mansión. Eventualmente, los sucesos paranormales se trasladan fuera de la casa, casi como si los fantasmas intentaran guiar al protagonista en su búsqueda de la verdad. Es en este momento que la historia hasta entonces sólida, amenaza con descarrilarse sin control. La efectiva sobriedad expuesta durante gran parte de la cinta se pierde por completo durante el último tramo del film, donde los hechos sobrenaturales se vuelven grandilocuentes y la hasta entonces historia de fantasmas, adquiere un tono conspirativo que no alcanza a convencer del todo.

En el ámbito de las actuaciones, el elenco en general realiza un trabajo correcto mas no destacable. George C. Scott resalta mayormente en las escenas en las que su frustración lo lleva a tener arranques de ira, pero en las escenas en las que debe expresar su sensibilidad se le nota incómodo (de hecho su actuación fue bastante criticada en su momento). Como mencionaba anteriormente, Trish Van Devere (que en la vida real era la esposa de Scott) es la encargada de contrastar la aparente indiferencia del protagonista, y en ese sentido cumple a cabalidad. Melvyn Douglas por su parte, interpreta de buena manera a quien podría ser considerado como el villano de la historia, aunque a fin de cuentas es una víctima más de una compleja conspiración familiar. Por otro lado, la cinta cuenta con la atmosférica banda sonora de Rick Wilkins, que se complementa de buena manera con el estupendo trabajo de fotografía de John Coquillon. Por último, cabe destacar la labor de Gene Grigg, cuyos efectos especiales pese a ser bastante simples, logran ser lo suficientemente efectivos como para infundirle cierto temor al espectador.
Al momento de su estreno, “The Changeling” fue considerada como una cinta algo anticuada. Sin embargo, el sadismo sin sentido reinante en el cine de terror actual ha conspirado para que el film parezca más inteligente de lo que realmente es. Si bien su minimalismo ayuda a crear una mayor sensación de intranquilidad, por momentos el horror se vuelve totalmente irrelevante, diluyéndose por completo en una historia repleta de mentiras y engaños. Pese a eso, hay que reconocer que la cinta cuenta con un guión relativamente interesante, y que Peter Medak se las arregla para mantener un ritmo narrativo lo suficientemente dinámico como para captar la atención del espectador durante todo el metraje. Considerada por algunos como un pequeño clásico y por otros como una cinta menor del género, “The Changeling” se ubica en un lugar intermedio dentro de las historias de casas embrujadas, la cual pese a las falencias que pueda presentar, de todas formas en una de las mejores cintas ochenteras de su especie.


por Fantomas.