The Congress parte de una idea muy interesante. Una actriz con cierto pasado como estrella hollywoodiense vive sus horas más bajas al ser olvidada casi por completo por la industria cuando se acerca a la cincuentena. El estudio cinematográfico le propone entonces digitalizar su imagen y cederla para su uso y comercio como única posibilidad de sobrevivir en el desolador Hollywood Babilonia. La gracia de semejante premisa es que Robin Wright (La princesa prometida, Forrest Gump) se interpreta a si misma y se presta al perverso juego de mostrarse como una actriz acabada.
Toda la introducción de la película está rodada en imagen real para a continuación desdoblarse en cinta de animación. Esta segunda parte intenta explicar en qué deriva el futuro de la industria del entretenimiento, y en cómo la sociedad vive adormecida en un universo digital donde, gracias a una sustancia psicoactiva, cada uno puede ser quien desee ser. O algo así. Porque de este lío no nos saca ni Ari Folman por muy director que sea de Valtz con Bashir (y por mucho que tenga como cimientos la obra de Stanisław Lem)
PROYECCIONES
09/nov / Ave 2-3 / 22:30