Uno, que no es de piedra, se declara fan acérrimo del director británico Guy Ritchie. Seguramente podríamos dejar al margen algunas de sus películas. Sin embargo, hay un núcleo duro de films que forman lo que podemos denominar el universo Ritchie. Un universo poblado por delincuentes de diferente pelaje, personajes violentos y abundancia de necios sabelotodo con destinos inciertos. Todos ellos suelen verse enmarañados en tramas cruzadas en las que son protagonistas la casualidad, el humor y la suerte.
Si imprescindibles son sus obras Snatch, cerdos y diamantes, RocknRolla y The Gentlemen, hemos de unir a ellas su ópera prima: Lock, Stock and Two Smoking Barrels. Fue abreviada en España con el título Lock & Stock, en la que nos dieron a conocer a Jason Staham y a uno de los protagonistas del articulo de hoy, Vinnie Jones.
En 1998, Vinnie Jones debutaba como actor en la primera película de un director novel como Guy Ritchie. 12 años antes, en 1986, el destino de Vinnie Jones era el de debutar en la First Division Inglesa, hoy Premier League, en el primer partido de su equipo en la élite de fútbol inglés, el Wimbledon Football Club.
Pero si el inmenso mundo de los mortales relacionaríamos a la localidad al sudoeste de Londres con la exquisitez, la educación y los modales que se destilan del presuntuoso e inmaculado torneo tenístico, el aficionado al fútbol de la localidad añorará los buenos tiempos que el Wimbledon le dio a su ciudad en la segunda mitad de la década de los 80 y no lo recordará, precisamente, por la caballerosidad de su fútbol. Por eso seguro que no.
Más bien se les recordará por su plan A. Su único plan. El kick and rush, expresión inglesa del juego al patadón. Vinnie Jones se convirtió en capitán y estandarte de este club. Pero no era el único jugador de este porte que formaba parte de esta plantilla. Dennis Wise, John Fashanu, Laurie Cunningham, Dave Beasant o Lawrie Sanchez eran los starring. Una alineación que bien podría haber sido aprovechada por Sylvester Stallone para una nueva entrega de su saga de The Expandables.
Esta cohorte de malhechores impusieron la ley del miedo y la intimidación con un fútbol rudo y no del todo honorable en el que se convirtieron en un suplicio para el resto de los equipos que conformaban, en aquellos tiempos, la primera división inglesa. Pero es que el sistema funcionaba y pronto comenzaron a lograr permanencias holgadas e, incluso, buenas clasificaciones, siendo la sexta posición conseguida en la temporada 1987/88 su mejor puesto.
Eran una especie de precursores de los Bad Boys de los Detroit Pistons de la NBA, pero sin el talento que atesoraban Isaiah Thomas, Joe Dumars, Dennis Rodman y compañía. La falta de talento técnico la suplían con eficacia y juego físico. Pero no todo en el equipo inglés tenía que ver con la rudeza.
A este carácter pendenciero hemos de unirle algo de salsa, humor y excentricidad. Para ello, el presidente libanés del club, Sam Hamman, no dudaba en incluir cláusulas extravagantes y estrambóticas en los contratos con sus jugadores, lo que, unido a que estas características también las trasladaban los jugadores al césped, les valió el sobrenombre de la Crazy Gang.
Es evidente que no se ganaron la simpatía de sus rivales. Entre las bondades que este grupo de futbolistas perpetraba, es famosa una jugada similar a la protagonizada por Míchel y Valderrama, con la diferencia de que, en esta ocasión, es el inclasificable Vinnie Jones el ejecutor de un desagradable apretón "de manos", y es Paul Gascoigne, o su honorable área reproductora, lo que Vinnie Jones agarraba con toda la mala intención del mundo.
Sea como fuere, con herramientas rudimentarias y una puesta en escena cuanto menos macarra, el Wimbledon logró el éxito en esa misma temporada 1987/88 proclamándose campeón de la FA Cup. Después de una magnífica temporada basada en la fortaleza en casa, en el estadio de Plough Lane.
En aquella época estaba vigente la sanción a los clubes ingleses por la que no podían participar en las competiciones europeas por motivo de la tragedia de Heysel. Con lo que el Wimbledon no pudo disfrutar de la Recopa a la que, en condiciones normales, se hubiese clasificado.
A partir de éste, su mayor éxito, el club logró permanecer en la Primera División inglesa. De modo que es uno de los 22 clubes que participaron en la primera edición de la Premier League en la temporada 1992/93. En la que se mantuvieron sin problemas hasta que en la temporada 1999/2000 descendieron a la, renombrada First Division.
Se puede considerar que, llegados a este punto, el Wimbledon fue una de las primeras víctimas del fútbol moderno. Y varios son los factores que nos hacen realizar esta afirmación sin la menor de las dudas.
En primer lugar, el Wimbledon fue unos de los principales damnificados con la entrada en vigor de las normas que sucedieron al Informe Taylor. Este es el informe que hizo que se eliminasen de los estadios las localidades de pie, e hiciera que todos los aficionados tuvieran que asistir al fútbol sentados. Plough Lane era un estadio vetusto e inadaptable a las nuevas condiciones. De modo que el Wimbledon tuvo que abandonarlo y compartir, a través de un alquiler, el estadio del Crystal Palace, el Selhurst Park.
Además, ya hemos comentado que el club pertenecía a un dueño libanés, Sam Hamman. Al que en 1996 le ofrecieron el traslado del club a Dublín, donde se proyectaba un nuevo estadio de 60.000 localidades. Aunque tanto Sam Hamman como las autoridades futbolísticas inglesas estaban de acuerdo en el traslado (con la pérdida de identidad y afición que ello suponía), solo la oposición de la Asociación de Fútbol de Irlanda evitó que se ejecutase tal tropelía.
Sam Hamman fue vendiendo porcentajes del club hasta desvincularse del todo en el año 2000, año en el que se produjo el descenso. Sin estadio propio y con una pérdida alarmante en el número de aficionados, el Wimbledon transitó por la segunda categoría. Mientras que lo realmente importante se jugaba en los despachos.
En 2001, el nuevo presidente, Charles Koppel anuncia que se ha llegado a un acuerdo a través del cual el Wimbledon se trasladaría a Milton Keynes. A un nuevo estadio situado a más de 90 kilómetros al norte de Londres para la temporada 2003/04. Esto significaba la muerte definitiva del club tal y como se le conocía (fundado en 1889). El Wimbledon se declararía en bancarrota en junio de 2003 y en julio de 2004 se produjo su definitiva desaparición.
Sin embargo, desde 2002, existió una segunda banda de locos. Socios del Wimbledon F.C., que no permitieron que el club quedase en el olvido, fundándose el Association Football Club Wimbledon. En la actualidad, empieza a lograr importantes ascensos y que están a punto de estrenar un nuevo estadio allá donde Plough Lane moraba. Quien sabe si a Guy Ritchie no se le ocurre llevar a la gran pantalla esta historia llena de chicos malos, necios, y una Crazy Gang muy particular. Desde luego que material no le falta. ¡Qué el bueno de Vinnie Jones les bendiga!