The Cult ha editado hace unos días su nuevo trabajo, titulado Hidden City, del que ya adelanté un tema en 2015 y otro en enero de este año. Una de las bandas que son apuesta segura y cuyo rock duro que practican es de los pocos a día de hoy que lo hacen a un enorme nivel, nunca defraudan, por eso ya es sólo una buena noticia. Según palabras de propio Ian Astbury: "Born into this (2007), Choice of weapon (2012) y este nuevo trabajo conforman una trilogía espiritual de redención, mezcla de culturas e invocación a los espíritus de los viejos nativos americanos". Asunto este último recurrente en muchas partes de su discografía en discos como Sonic Temple o Ceremony, por ejemplo. Pero para mi The Cult es un grupo muy especial, que siempre me ha transmitido muy buenas vibraciones y a los que he visto en vivo y me han convencido totalmente.
Ian Astbury a la voz, Billy Duffy a la guitarra solista, John Tempesta a la batería, Grant Fitzpatrick al bajo y Damon Fox al teclado y segunda guitarra sigue siendo la formación actual que sigue sonando como un rodillo. Aunque Chris Channey ha sido el que ha grabado el bajo en el disco de estudio.
Comienza con fuerza el disco con Dark Energy, donde la potente guitarra de Duffy y la sección rítmica permiten a Astbury escupir la letra, tremendo comienzo, furia desatada y bien canalizada con cambios de ritmo acertados. No love lost se inicia con la batería de menos a más y los arpegios de guitarra, para luego enfurecer y de qué forma, tremendo tema de gran empaque donde los parches se imponen junto a una línea de bajo bestial. Dance the night es un medio tiempo en clave rock claro, quizás una de esas canciones que tiene un aire más amable a cualquier tipo de oído pop-rockero, aún así manteniendo el claro sello del grupo. In blood es un tema de tintes épicos, donde la voz de Astubry cobra un gran protagonismo arropado por una soberbia instrumentación. Birds of paradise rompe la pana, temazo de tomo y lomo, de esas canciones que dejan claro que esta banda ha marcado historia en el rock, con un Ian Astbury excelso, canción más larga del disco y fantástica en todos los sentidos con ese piano excelente en la segunda tramo. Hinterland con ese bajo que va y viene del inicio deja paso a la potente guitarra seguida de la sección rítmica. GOAT desata el rock por todos sus costados con un riff incendiario de guitarra y un sólo de auténtico dominador de las 6 cuerdas. Deeply ordered chaos nos trae a los Cult más oscuros, psicodélicos y densos, porqué no decirlo, pero que no desentona para nada dentro del disco. Avalanche of light es rock and roll sin etiquetas, brutal temazo sin concesiones desde el inicio, con un desarrollo perfecto en todas sus partes, y un estribillo grandioso. Lilies es otro medio tiempo, en este caso de tono algo más acústico y precioso que desprende emoción pura y dura. Heathens vuelve al rock de manera total, gran desarrollo con cambios de ritmo marcados y el sello de una banda que suena como un auténtico martillo pilón. Sound and fury es la balada de cierre, conducida por un piano y las baquetas en tono pausado que hacia la mitad eleva el tono.
En definitiva un gran trabajo de una banda que es pura leyenda ya, ajenos a industria y demás parafernalia, hacen su camino y lo hacen con robustez y ante todo grandes temas.
Os dejo con el tema Dark Energy grabado en unas sesiones en los Pacific Beat Recordings a finales de 2015, en San Diego, California.