The dream is over
Se acabó, el sueño que nuestros padres tenían para nosotros se ha roto, tanto para nuestra generación como para ellos. La vida de si te esfuerzas llegarás a ser ser alguien, que tendrás un trabajo para toda la vida y todas esas frases que hemos tenido que oír más de una vez.
El esfuerzo y la meritocracia han pasado a manos del networking y del quién conoces. Ya no vale ser un buen profesional, sino que has de perder más de la mitad del tiempo en relacionarte y establecer nodos de unión con personas de influencia, independientemente de tu valía, se apreciará más tus capacidades de contar chistes malos, cotilleos y saber soportar dos horas charla insustancial y carente de todo contenido. Esta red ya parte de la misma educación, la gente que puede permitírselo envía a sus hijos a escuelas que nos que aporten mayor calidad, sino contactos. Es en este preciso momento donde se empiezan a separa a las personas no por capacidad, sino por cuna.
El concepto de trabajo, también ha desaparecido. A día de hoy somos un recurso mecanicista más, nos externalizan, se olvidan de formarnos, para luego quejarse de que no hay mano de obra cualificada, gracias que no invierten en formación y no quieren pagar el coste de contratar a un profesional formado. Seremos todos autónomos buscándonos la vida en un país que tradicionalmente los ha maltratado a base de impuestos, normativas y trabas burocráticas de todo tipo.
Es la hora de despertar, es la hora de darse cuenta que o decidimos nuestro futuro nosotros o otros lo harán, y no tendrán demasiados reparos en sesgar el resultado a su favor.
Hemos de recuperar el valor de la educación, de calidad, de exigencia y para todos igual. No es de recibo que el recurso más importante de nuestro futuro, nuestros hijos, dependa de cuanto dinero tengan sus padres. Un lugar donde formarse no sea una meta, sino un camino.
Cambiar la mentalidad de los trabajadores para que sean conscientes de que su futuro es suyo, cambiar la mentalidad de la estructura de estado para que comprendan que están al servicio público, y que es la gente los que les pagan el sueldo. Que no basta con pasar una oposición con tener la vida asegurada.
Que la justicia sea realmente digna de ese nombre, que no es normal que se tarden de media dos años en resolver casos, que los que tienen una red de contactos poderosa se libre por tecnicismos o por indultos del gobierno, y que en el fondo, sea justa, comprensible. Es demagógico pretender que los ciudadanos cumplamos con la ley cuando los que las dictan no lo hacen, y encima, cada año incrementa su complejidad con leyes que van desde lo electoralista, pasando por partidista y acabando por meterse en las libertades personales de las personas.
Se sueño se acabo, ahora tenemos que decidir si queremos despertarnos en una pesadilla o en un nuevo día para nosotros y nuestros hijos.
Película: The Omega Man
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