Carla Moran (Barbara Hershey), es una mujer que, de un día para otro, comienza a ser atacada por un ser invisible. Su vida colapsa, sus amigos la creen loca y debe recurrir a un grupo de científicos que intentarán descubrir que es lo que está atormentando a la mujer.
En 1978, el escritor Frank DeFelitta publicó la novela “El Ente”, la cual se basaba en las experiencias paranormales de una mujer llamada Doris Bither, quien afirmaba que un ser espectral la atacaba sexualmente de manera reiterativa. En 1974, Doris se presentó en el departamento de psiquiatría de la Universidad de California, donde rápidamente un especialista le diagnosticó un desorden mental. Sin embargo, algo no cuadraba; la mujer presentaba una serie de lesiones semejantes a las que se producen durante un ataque sexual. Tras ser sometida sin mayores resultados a sesiones de hipnosis regresiva con el especialista Kerry Gaynor, Doris eventualmente buscó la ayuda del equipo de expertos pertenecientes al laboratorio de parasicología de la Universidad, quienes recolectaron pruebas y documentaron las agresiones sufridas por la mujer. Debido a lo peculiar de la historia, esta terminó llamando la atención del director Sidney J. Furie, quien le pidió al mismo DeFelitta que escribiera el guión de la adaptación cinematográfica de su novela. Pese a que la cinta se filmó en 1981, su estreno tuvo que retrasarse más de un año debido a que los productores temían que los organismos de censura presentaran quejas a causa de la naturaleza perturbadora de los hechos que son relatados en el film.
La película comienza presentándonos a Carla Moran, una madre soltera de tres hijos, que por las noches estudia para convertirse en secretaria y así optar a una mejor calidad de vida. Sin mayores preámbulos, rápidamente somos testigos del primer ataque que sufre la mujer a manos del ser que posteriormente será reconocido como “el ente”. Desde ese preciso momento, la vida de la protagonista se convierte en un verdadero infierno. A los ataques reiterados, se une la incredulidad de sus amigos, la intranquilidad de sus hijos, y el escrutinio de los psiquiatras quienes la creen loca. Tal y como sucede en “Poltergeist” (1982), eventualmente la protagonista debe buscar la ayuda de científicos que no solo validen sus dichos, sino que además encuentren una solución para sus problemas. Y es que debido a lo fantástico de su historia, incluso el grupo de parasicólogos que asumen la tarea de investigar su caso se muestran algo incrédulos ante la situación que ella relata. Es precisamente el tema de la división entre lo real y lo meramente psicológico, uno de los ejes centrales del film.
Phil Sneiderman (Ron Silver), el psiquiatra a cargo del tratamiento de Carla, si bien demuestra una preocupación que trasciende lo meramente profesional, no puede dejar de lado los fundamentos psiquiátricos a la hora de lidiar con el problema de la protagonista. Y es que ella presenta una serie de antecedentes que dan para pensar que sus “experiencias paranormales” no son más que los delirios de una mujer cuya vida ha estado marcada por hechos traumáticos. No solo relata que su padre (un hombre ligado a la iglesia) tenía ciertas tendencias incestuosas que la hicieron huir de su hogar, sino que además su historial de relaciones amorosas es bastante desalentador. Tras quedar viuda de un hombre joven con serios problemas de drogas y alcohol, cayó en los brazos de un hombre de bastante más edad que ella, el que eventualmente la abandonó cuando quedó embarazada. Es debido a estos hechos que Sneiderman no duda en tratar a Carla como una paciente gravemente enferma, llegando al punto de sugerirle que se interne en un hospital psiquiátrico. Lo que es peor aún, el facultativo se muestra extremadamente crítico ante la posibilidad que un grupo de parasicólogos (que no son vistos más que como un conjunto de charlatanes por él) intente ayudar a la mujer.
Pese a los argumentos de Sneiderman y el grupo de psiquiatras a cargo del caso de Moran, y de la misma incredulidad inicial del equipo de parasicólogos que ayudan a la protagonista, el espectador en ningún momento duda de los dichos de la mujer. Y es que el director mediante una serie de potentes escenas, se encarga de transmitir la angustia y la impotencia que siente Carla en cada una de las ocasiones en las que es ultrajada por este ser invisible. Las escenas en las que ella es violentada por los “entes” son realmente impactantes y bastante creíbles, lo que obviamente aumenta en gran medida la tensión del film. Más allá de las escenas de “violación”, una de las escenas más recordadas de la cinta está ubicada cerca del final de la misma, y consiste en el último intento por parte de los científicos por capturar al ente. Una de las virtudes de la historia, es que escapa a las convenciones habituales de los films de casas embrujadas. El ente es omnipresente e impredecible, por lo que no existe un lugar en el que Carla esté completamente segura. Esto sin duda ayuda a mantener un grado de tensión constante durante prácticamente todo el transcurso del metraje, incluso en los momentos de aparente tranquilidad.
En el ámbito de las actuaciones, el elenco en general realiza un estupendo trabajo. Barbara Hershey se lleva todo el peso de la cinta, y lo hace de manera impecable. La actriz retrata a la protagonista como una mujer claramente desesperada por la situación que está viviendo, pero con la fortaleza interior necesaria para sobrellevar cada uno de los episodios de violencia. De hecho, los hombres de la historia no son de mucha ayuda, sino que más bien o son simples espectadores de una serie de hechos inexplicables, o al igual que el ente, intentan imponer su punto de vista con respecto a lo que acontece en la casa de los Moran, ejerciendo de esta forma un cierto control sobre la mujer. Ese es precisamente el caso del personaje interpretado por Ron Silver, quien incluso amenaza a Carla con internarla si es que no sigue sus consejos. Por otro lado, el film cuenta con el competente trabajo de fotografía de Stephen H. Burum, y la poco memorable pero efectiva banda sonora de Charles Bernstein. Por último cabe destacar el trabajo realizado por Martin Bresin y Robert Willard, cuyos efectos especiales son simples pero bastante efectivos.
Ciertamente que el mayor mérito de Sidney J. Furie y de la misma Barbara Hershey es lograr que una historia que fácilmente se podía convertir en algo burdo y ridículo, se torne realista e interesante (aunque hay que reconocer que la escena que ocurre en la casa de vidrio escapa de la sobriedad que presenta la cinta). La película dura alrededor de dos horas, lo que afortunadamente no llega a ser un problema debido a que el director logra mantener un buen ritmo narrativo durante todo el transcurso del metraje, mezclando de manera eficiente suspenso y drama. Por otro lado, en cierta forma podría considerarse que el film presenta un final abierto, ya que si bien se explica que fue de la mujer en la que está basado el relato, no tenemos certeza alguna de cómo sobrellevó los años venideros al periodo en el que se centra la cinta. “The Entity” es una de las buenas películas de terror de los ochenta, la cual lamentablemente fue subvalorada en su momento debido a que se pensó que era otra mala copia de “The Exorcist” (1973). El simple hecho de que la historia esté basada en un caso real, aumenta la capacidad de impacto de esta pequeña joya olvidada en el tiempo.
por Fantomas.