Tras ser destruido el laboratorio donde trabajaba en sus experimentos, el Barón Frankenstein (Peter Cushing) regresa a su pueblo natal, Karlstad, de donde fue expulsado años atrás, en busca de las riquezas de su mansión para poder seguir sufragando su trabajo. Una vez allí, encuentra el monstruo que creó (Kiwi Kingston), el cual se ha preservado en las montañas gracias al hielo y decide intentar volver a darle vida. Pero algo en el cerebro de la criatura falla, por lo cual el Dr. Frankenstein recurre a los servicios del hipnotizador Zoltán (Peter Woodthorpe), lo cual supone un grave peligro para sus planes.
Originalmente, la segunda secuela de “The Curse of Frankenstein” (1957) había sido desarrollada por la Hammer para la Columbia en febrero de 1963. Sin embargo, algún tiempo después el proyecto sería vendido a la Universal junto con un thriller titulado “Brainstorm”, el cual finalmente jamás sería realizado. Debido a que en ese entonces Terence Fisher se encontraba comprometido con otros proyectos, la dirección recayó en los hombros del director de fotografía convertido en director, Freddie Francis. La única exigencia de Francis sería la construcción de un llamativo set que sirviera como laboratorio del Barón Frankenstein (dicho set sería construido y diseñado por Frank Humphries). Por otro lado, la apariencia de la criatura del Barón sería diseñada teniendo en cuenta la visión del director, quien contrataría al enorme luchador neozelandés Kiwi Kingston para interpretarla. Roy Ashton sería contratado para crear el maquillaje de la criatura, lo cual resultaría ser una tarea bastante complicada. Según el mismo Ashton: “La verdad es que ellos no sabían muy bien lo que querían. Debo haber realizado al menos 200 bosquejos con el único fin de llegar a un diseño definitivo”.
Aunque superficialmente “The Evil of Frankenstein” parece ser otra excelente entrada en la saga del buen Barón, durante mucho tiempo ha ostentado el título de la cinta más decepcionante de la saga de Frankenstein realizada por la Hammer. Esto se debe principalmente al hecho que mientras “The Curse of Frankenstein” y “The Revenge of Frankenstein” (1958), reescribían el mito que rodea a la figura del doctor y su creación, este film en gran medida se presenta como un tributo a las producciones de la Universal. El guionista Anthony Hinds no sólo decide reiniciar por completo la historia del Barón Frankenstein, sino que además introduce una serie de elementos en la trama que se encuentran presentes en algunas de las producciones clásicas de la Universal. Por ejemplo, no sólo el maquillaje de la criatura es bastante similar al usado por Boris Karloff en la cinta original, sino que además el guión toma prestada la idea del monstruo atrapado en una celda de hielo del film “Frankenstein Meets the Wolfman” (1943). De la misma forma, un flashback que tiene por objetivo mostrar como el Barón llevó a cabo el experimento que le dio vida a su criatura, está claramente inspirado en el procedimiento visto en la cinta “Frankenstein” (1931).
Por otro lado, en esta ocasión el Barón Frankenstein se muestra como una persona más vulnerable, al cual no sólo le afecta que la gente no entienda sus experimentos y que insista en destruirlos, sino que además se ve afectado por el actual estado de su criatura, a quien él ve como un verdadero hijo. El simple hecho de que el Barón tenga a un asistente/aprendiz (Sandor Elés) a quien le demuestra su afecto y que decida alojar en su arruinado castillo a una joven sordomuda (Katy Wild), demuestra que estamos ante una versión más “humana” del personaje. Si bien los cambios en la personalidad del Barón son evidentes, de todas formas Peter Cushing se preocupa de retratarlo como un hombre obsesionado con sus experimentos, al punto que está dispuesto a arriesgar su vida y sus posesiones con tal de lograr sus objetivos. Además sigue siendo un tipo de moral cuestionable, el cual no tiene mayores inconvenientes en robar cadáveres y al cual le cuesta esconder la ira que le provocan los responsables de su expulsión del pueblo y el posterior saqueo de su castillo.
Más allá de todas las críticas que se le puedan realizar a “The Evil of Frankenstein”, esta difícilmente merece toda la virulencia que ha recibido durante el transcurso de los años. Es evidente que tiende a palidecer en comparación con las dos primeras entradas de la saga e incluso con algunas de las entradas posteriores. Sin embargo, eso no la convierte automáticamente en una película mediocre. No sólo es una cinta cuyo aspecto técnico es impecable, sino que además cuenta con un elenco que realiza un buen trabajo, y una historia que si bien no es original si resulta ser bastante entretenida. Resulta refrescante ver al Barón Frankenstein de Cushing como un antihéroe más que como un villano, evidenciando un aspecto de su personalidad que no había sido explorado en los films anteriores de la casa del martillo. En definitiva, “The Evil of Frankenstein” es una cinta que merece ser vista desde otro prisma, dejando de compararla con las otras entradas de la saga para comenzar a reconocerla como una de las buenas producciones de la Hammer. Y es que sin lugar a dudas se trata de un film que dejará satisfechos tanto a los fanáticos del cine de terror gótico, como a los fanáticos de las producciones de la mítica casa del martillo, por lo que resulta ser completamente recomendable.
por Fantomas.