The Expendables 2 es superior a su predecesora, y resulta igual de divertida. Si en la primera parte uno se reía de los personajes y de sus acciones, ahora se ríe con los personajes, pues la inteligencia de Sylvester Stallone (y no lo digo de coña: es uno de los tipos más listos de Hollywood) lo ha llevado a apostar por la autoparodia. Esa es su mejor baza, más allá de la ración de tiros, palizas, cabezas cortadas y cuerpos que explotan: la autoparodia en manos de actores míticos en el género. Todos ellos han sabido reírse de sí mismos, lo cual beneficia mucho a la película.
Bruce Willis y Arnold Schwarzenegger sueltan varios guiños relacionados con algunos de sus largometrajes más célebres, y por fortuna para nosotros, aparecen más tiempo en pantalla. A Randy Couture lo sacan leyendo un libro y de Dolph Lundgren dicen que es un experto en química. Esos pequeños detalles, a medio camino entre la chanza y la quiebra del tópico (Stallone pretende mostrarnos que los cachas y los tipos duros también son cultos, y es cierto que en la vida privada muchos de estos actores lo son), ayudan a empatizar con toda esta patrulla de músculos y agallas. Jean-Claude Van Damme, que a mí nunca me había hecho demasiada gracia, cuenta con todas mis simpatías en su breve papel de villano: suma chulería y buen oficio (de hecho, creo que es quien mejor actúa en la película). No faltan alusiones a la vejez de los protagonistas: primero cuando los contraponen con la agilidad y la juventud de Liam Hemsworth y luego cuando uno de ellos dice que deberían estar en un museo.
Pero, sin duda, el mayor impacto de la película es la aparición estelar de Chuck Norris. El regreso del tipo más parodiado del cine de acción. Y no defrauda porque, haciendo lo mismo de siempre en su corto papel (derrotar ejércitos sin ayuda), también se autocita y se autoparodia. Su personaje se llama Booker, igual que el que interpretó en Los valientes andan solos (una de las pelis que vi en mis tiempos de chaval en el cine de barrio); dicen que es “un lobo solitario”, aludiendo a McQuade, lobo solitario, ese bodrio que a mí me gustaba de niño y en el que hace de ranger de Texas enfrentado a David Carradine; y tiene un par de diálogos en los que aparecen los chistes que circulan sobre él en internet (ver más abajo). En suma: el regreso de Norris es una parodia sobre su carrera, y es lo que más nos divierte en la película.
Y aún cuenta con otra baza, como ya hiciera la primera entrega: nos ofrece cine de acción auténtico, sin demasiados efectos especiales ni decorados hechos por ordenador, sólo tipos duros y musculados, auténticas leyendas del blockbuster, haciendo lo que mejor se les da: repartir balas y puñetazos. Incluso sus agujeros de guión (esas apariciones en las aldeas más remotas del mundo) hacen sonreír, y forman parte de su encanto.
Os dejo con unas cuantas perlas, entre la parodia y la sentencia, que intenté aprenderme en el cine (y cito de memoria); no los consideréis spoilers, pues no revelan la trama y tampoco estamos hablando de Shakespeare:
Statham: ¿Recuerdas la última vez que hiciste eso? [Se refiere a correr como Liam Hemsworth: colina arriba y con todo el equipo de soldado a cuestas] Stallone: No. Statham: Te apuesto 1.000 dólares a que podría hacerlo. Stallone: Mira hacia abajo. ¿Qué ves? Piernas cortas.
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Van Damme: El respeto lo es todo. Sin respeto sólo somos gente. Gente asquerosa y vulgar.
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Stallone: Oí otro rumor sobre que te había mordido una cobra real.
Norris: Sí. Pero después de cinco días de dolorosa agonía, la cobra murió.
Statham: No se puede vencer a una leyenda.
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Schwarzenegger: ¿Quién es el próximo: Rambo? [Tras una de las apariciones de Chuck Norris, petándolo]
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Schwarzenegger: ¡Mi zapato es más grande que este coche! Willis: ¡Dispárale a algo!
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Schwarzenegger: Iré a por balas y volveré. Willis: Tú ya has vuelto suficiente. Volveré yo. Schwarzenegger: Yippee-ki-yay.
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Stallone: Creía que eras un lobo solitario. Norris: Sí, pero a veces es divertido juntarse con la manada.
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Stallone: ¿Qué hace aquí? [Se refiere a un helicóptero antiguo] Debería estar en un museo. Schwarzenegger: Como nosotros.