Tras algunos días de retraso, por fin me he puesto al día con The Good Fight. La serie spin-off del matrimonio King tuvo desde el principio la larga sombra de The Good Wife proyectándose sobre ella, pero ha sabido ir más allá y forjarse una personalidad propia gracias a su trío femenino conformado por tres grandes actrices: Christine Baranski, elegante y poderosa; Cush Jumbo, más sutil pero igualmente magnética, y Rose Leslie, la nueva incorporación que ha traído un encanto y una frescura que le han sentado muy bien a la serie. Y ha sido una serie, sin duda, estupenda: la escritura de los King, inteligente y afilada, ha convertido a The Good Fight en una de las series que mejor ha tratado temas de ardiente actualidad. Pero... ¿ha sido The Good Fight tan buena? ¿Ha exprimido realmente bien su enorme potencial?
He estado reflexionando mucho sobre por qué no acaba de entusiasmarme The Good Fight. No entendía cómo era posible que no cayera rendido a los pies de una serie que tenía todas las papeletas para encantarme: grandes actrices dándolo todo en casos brillantes, actuales y llenos de matices, una atmósfera elegante y sensual, diálogos ingeniosos y –lo más importante– un personaje de la talla de Diane Lockhart, que ya me fascinaba desde The Good Wife. Esta, de hecho, era la oportunidad de que Diane pudiera batir sus alas y alejarse del monopolio chochocentrista de Alicia en que Julianna Margulies había convertido The Good Wife. Ha sido una oportunidad de oro para Diane que, no obstante, siento que no ha sido tan bien aprovechada como podría.
Mi amiga Irene Galindo, a la que hemos podido leer en sus críticas semanales de cada episodio –la más reciente, esta del season finale–, me ha ayudado mucho a entender mis propios sentimientos hacia esta serie. The Good Fight con solo diez episodios ha logrado grandes hazañas, dejado momentos geniales por el camino, pero ha fallado en la profundización en sus personajes. Porque puede que Julianna fuese una tirana en The Good Wife –ya hemos hablado mucho sobre esta cuestión, probando cómo aplastó al personaje de Kalinda–, pero es indudable que Alicia Florrick y su viaje personal fueron absolutamente apasionantes durante las siete temporadas, por mucho que las últimas flojearan un poco. ¿Y qué hemos visto de eso en The Good Fight?
"Su mayor drama es que no podrá comprarse una mansión millonaria en Francia. Uf, qué pena", me decía hace un tiempo de forma sarcástica el sensual @visionado en Twitter. Y puede que reducir así su trama sea algo injusto, pero es que sus movidas comenzaban exactamente así. Su jubilación soñada en los campos de Frachutenlandia ha tenido que atrasarse. Eso es una penita, sí, pero hubiera esperado una premisa más atractiva para Diane que la de "sufrir" por tener que trabajar un poco más y mudarse a un piso más pequeño. A The Good Wife también le costó su tiempo despegar, desde luego, pero el viaje de Alicia me resultó fascinante, original y mucho más interesante desde el principio.
Que esta vez las protagonistas sean tres en lugar de una es una decisión creativa que tiene sus pros y contras: abarcas más, pero peor. Lucca es un personaje atractivo e intrigante, y Maia, como decía, ha aportado muchísima frescura a la serie, además de la "trama política" con el caso de su familia. Pero voy a hablaros en plata, de forma directa: ninguna de ellas me ha dado la vida. Ningún personaje me ha atrapado nunca del todo. Los King han querido acaparar tantísimo, presentar tantos nuevos personajes, que no han acabado de sacarle mucho jugo a ninguno. La propia Diane, aunque también con sus momentos memorables –muy hermosa y potente esa escena en que reflexiona sobre la maternidad junto a Barbara–, ha sido algo "secundaria" en su propia serie. Y las comparaciones son odiosas, lo sé, pero su trayectoria ha estado a años luz de la calidad que tuvo la de Alicia Florrick.
He lanzado unas cuantas "pullitas" que considero que era pertinente plantear, pero quiero terminar este artículo insistiendo en lo mucho que me ha gustado The Good Fight. Con solo diez episodios ha logrado consolidarse como un producto inteligente, con chispa, lleno de crítica social –lo que más adoro en una serie– y con mucha más libertad creativa de la que tuvo The Good Wife, que además promete ir in crescendo conforme más tiempo tenga para desarrollar mejor a sus personajes. Todo esto lo digo porque siento que, en ocasiones, le ha faltado más "chicha", más pasión, una trama general más atractiva como la que siempre nos dio The Good Wife. Pero no pasa nada. Cero dramas. Confío en vosotros, matrimonio King. Confío en que la segunda temporada, con todos los personajes ya presentados y posicionados, será donde comencéis a encender el fuego que tanto prometisteis en los carteles promocionales.
PD: Me ha dejado el culo torcidísimo la forma en que han pasado por encima de Alicia Florrick, casi "de puntillas", durante casi toda la temporada –por no hablar de los dardos envenenados–. No negaré que les guardo un poco de rencor por eso, aunque casi les perdoné por esa escena tan íntima, tan bella, entre Lucca y Colin, cuando ella le explica lo importante que fue su amistad.
PD2: Tampoco esperaba alguien a la altura de Kalinda, pero el nuevo investigador... ¿podría de alguna forma haber sido más insípido? No lo creo. Es que ni queriendo, vaya.
Isidro López (@Drolope)