Director: John Ford
Las cinco películas que se nos vienen de John Ford son westerns, y qué westerns. Se me pregunta si no me aburro de ver lo "mismo", o, cuando no soy yo el receptor de la pregunta (aunque tampoco el emisor), se me señala que es mejor variar de tanta "repetición". Yo siempre quedo con una expresión de asombro, pero si permanezco en silencio al menos se cambia de tema y cesan las molestias sobre las películas que veo, y cuándo y por qué las veo. Pero bueno, si siguiera órdenes y viera las películas más famosas (las mejores, según la contundente lógica de los acomodados) de cada director, compiladas en los enciclopédicos listados de las páginas web mainstream, pues entonces creo que no habría visto "The horse soldiers", y eso sí que habría sido lamentable... E insisto, ¿por qué no querer conocer más?
En la guerra civil estadounidense, John Wayne, coronel de la caballería del ejército de la unión, debe emprender una arriesgada misión: adentrarse en territorio confederado para así atacar los puntos clave para la supervivencia de los cada vez más débiles confederados. El camino no será fácil, claro...
A partir de "The horse soldiers" Ford comienza una estela caracterizada por la desmitificación de los íconos del western o incluso de los valores fundamentales de una sociedad tan extraña e inefable como la estadounidense, una a veces desencantada deconstrucción de los arquetipos narratológicos y premisas conceptuales del género, aunque es cierto que ya había desarrollado tal premisa en la cruda y oscura "The searchers", y también podemos encontrar indicios de lo mismo en la más lejana "Fort Apache", en donde el rol de Henry Fonda, un oficial del ejército altivo e impetuoso, justamente viene a desmontar, mediante sus acciones y palabras, la figura del glorioso héroe nacional: a veces puede que lo que sabemos sea sólo una fachada; más aún, en tiempos así de violentos y caóticos, puede que todos los buenos no sean precisamente blancas palomas y que los villanos no sean el mismo diablo en la tierra: incluso, el enemigo puede estar en las propias filas, quién sabe. La realidad es más dura, ambigua, compleja, incierta... Está claro que una mirada estadounidense no será favorable ante una guerra civil en propia tierra (porque las guerras en otros países... ni fu ni fa), incluso cuando se comulgue con la abolición de la esclavitud que logró, entre otras cosas. ¿Por qué? Pues porque un gran país no puede estar dividido, jamás: es signo de debilidad, ¿no? ¿Cómo Estados Unidos puede ser Estados Unidos si se desangra y destripa a sí misma? Así, la guerra no se muestra como una misión civilizadora (aunque sea civil), por el contrario, tal como señala el personaje de John Wayne, "la guerra es de todo menos civilizada"; al contrario, la misión que se le encomienda a John Wayne y que actúa como pilar narrativo es la excusa perfecta no para relatar una trama determinada, sino para adentrar al espectador a un tiempo y a un escenario literalmente infernal, rodeado de personajes conflictivos y problemáticos moralmente, en donde el duro retrato del conflicto bélico nos muestra muertes a destajo, adolescentes y niños marchando a la guerra, civiles involucrándose en la guerra, pueblos enteros destruidos, etc. La misión no es el fin, es el medio para mostrarnos la cruel realidad de entonces, elaborando un diálogo con la propia historia cargado de cinismo, carente de vacua condescendencia. La secuencia en que John Wayne y los suyos atacan un pueblo y destruyen sus guarniciones y el ferrocarril (símbolo de civilización y progreso, ¿cómo es posible que no sean los indios los que destruyen la obra "americana"?), es realmente impactante: tantas imágenes tan violentas una tras otra... Y el tramo final, otro gran ejemplo de cómo hacer cine...
En términos más formales, como siempre digo, al trasfondo sustancial que acabamos de darle vueltas se le suma un excelente guión que, aún sabiendo que la misión dada a Wayne no es lo primordial, de todas formas se encarga de elaborar un relato fluido, coherente en todo sentido y, así dicho simple, entretenido e interesante. No hay bajones de ritmo, digo, para que no crean que se quedarán dormidos o algo así, aunque, si hubiera baches narrativos (imposible en una película tan bien escrita), la misma sustancia y la puesta en escena de Ford se encargan de atraparnos con sus tremebundos fotogramas: la tensión de estar en territorio enemigo se siente de inmediato, la guerra está ocurriendo aunque todavía no hayan disparos ni persecuciones, ¡están todos ya atrapados! En otro aspecto, algo que dejé escrito en "The wings of eagles", Ford tiene cada vez menos pudor a la hora de hacer bromas de índole sexual poco disimuladas, algo simpático y jocoso (el "muslo o pechuga" que le lanza la hermosa Constance Towers a John Wayne es memorable, no me digan que no) que también tiene su reverso violento y adulto, sin concesiones, por ejemplo: la violación, palabra que ya no está prohibida y, sobre todo, hecho que no se intenta disimular o esconder (esto queda clarísimo en "Sergean Rutledge", con la espeluznante confesión final del culpable), y la violencia misma, ambos actos que no caen en lo explícito pero que ya no eluden su magnitud.
Lo dicho, "The horse soldiers" es una película redonda e impecable por donde se le mire: está muy bien contada y ejecutada, sus actores están soberbios y es imposible que nos deje indiferentes.