Qué desengaño el de hoy.
Admito que no soy fanático del fútbol, pero cada tanto me gusta jugar un partido para preguntarle a mi cuerpo si sigue vivo y también porque amo la sensación de hacer un gol. Hacía mucho que no jugaba y quería volver. Por eso mi celular sonó como campana redentora al recibir el mensaje de mi amigo, con ese pragmatismo tan efectivo de los sms. “Hoy fútbol 20.30 hs 33 Orientales 460, venís?”. Respondo “ok”, preparo mi joggineta y busco mis viejas Adidas, lo más parecido que tengo a un par de botines. Salgo a la calle con entusiasmo, quizás inflado por tanta efervescencia mundialista.
Pero al llegar…miro el cartel y me resulta extraño. “The House Club. Canchas de Paddle”. No entiendo. Bajo la vista y veo a mi amigo en la puerta, con la sonrisa violenta de los que quieren matar. “El gordo se equivocó y reservó en una cancha de paddle…podés creer?” Respondo que no, que no puedo creer, me despido, y tratando de darle alguna utilidad a mi ridícula vestimenta, me vuelvo caminando.
Hace unos años fui a buscar a mi primer novia y encontré una mujer obesa y aburrida.
Hoy fui a buscar fútbol y encontré una cancha de paddle.