El zapador es un terrorista suicida
"The Hurt Locker" ("En Tierra Hostil") es una obra maestra divida en tres partes completamente diferentes. La primera, es un documental sobre la guerra de Irak, con planos y escenarios trabajados al detalle, con la pausa necesaria para grabar el vuelo de unas hojas en una calle de Bagdag, o el trabajo tenso y paciente de los zapadores. Es una reflexión sobre el conflicto, que encuentra un símil perfecto cuando la cámara sigue a un gato que cojea de una pata. Este primer tramo es corto, hasta que aparece en escena el actor Jeremy Renner ("28 Semanas después"); y recuerda a la serie de la HBO "Generation Kill", por el despliegue en escena de las tropas, la disciplina en combate, por ejemplo.
La segunda parte de "The Hurt Locker" es una película bélica genial, que dejará impresionados a los seguidores más críticos del género. Aquí, ocupan la historia los tres actores principales: el citado Jeremy Renner, que se dibuja como un temerario desactivador de bombas, Anthony Mackie ("Million Dollar Baby"), quien intenta mantener su posición de jefe sobre el grupo, y Brian Geraghty ("Jarhead"), un soldado obsesionado con la muerte. Además, Ralph Fiennes hace un cameo soberbio en la escena principal de la película, donde los tres soldados anteriores empiezan a colaborar entre ellos y a entenderse. Este trozo de la película no aparece sólo como un film de acción comercial, porque la narración de las situaciones de conflicto es magistral, y recuerda a la sinceridad y la clase de "Band of Brothers" ("Hermanos de sangre"). Pero, a pesar de lo buena que puede ser esta porción de película, en el guión se perfilan muy poco los personajes. Es difícil hasta recordar el nombre de cada uno porque no se presentan con una personalidad propia, sólo con los rasgos escuetos que he nombrado arriba. Así, Brian Geraghty parece patético por su obsesión con la muerte, o Jeremy Renner, un tipo frío e irreal.
La tesis de la película está al final: en la tercera parte de "The Hurt Locker". Aunque yo como espectador sentí que este tramo y su planteamiento se desarrollaban con prisa, a empujones. Así que parte de las críticas -y de las alabanzas- son para Mark Boal, el guionista, que estuvo "empotrado" en una de estas unidades militares de desactivación de bombas. Poco a poco, el personaje de Jeremy Renner adquiere más fuerza en la historia, y su otros dos compañeros se convierten en personajes secundarios. Por ello, el espectador empieza a entender de qué va la película: es una reflexión sobre el ejército de Estados Unidos, formado por soldados voluntarios; y, sobre todo, de ese escuadrón siempre al borde de la muerte. Son personas que, como dice la directora Kathryn Bigelow en Cahiers du Cinema enero, su coraje y audacia vienen en parte de una necesidad egoísta y no de un puro altruísmo. Es una necesidad por la adrenalina de la guerra, que, en ese país está muy presente, porque todas las generaciones del siglo XX han vivido un conflicto bélico: han matado por defender a su nación.
Es una tesis que crea personajes como el zapador protagonista, que tiene mujer (cameo de Evangeline Lilly -"Lost"-) e hijo, pero que sólo se siente vivo cuando está en el campo de batalla. Es un hombre con una sola razón para vivir, y no es un sentimiento cotidiano: es la necesidad de estar entre la vida y la muerte. Puede parecer un cínico porque desecha el amor, pero es el único soldado sincero porque disfruta con su trabajo. Es distinto a lo que el cine suele proporcionarnos, por eso no extraña cuando en un primer plano mira a un terrorista suicida que está a punto de explotar a los ojos, porque los dos son la misma persona. Es, en resumen, un personaje único, para disfrutar de él.