[8/10] La vida no es un juego, pero a veces la mejor manera de transitar por ella es aprender a jugar y a desentrañar los enigmas que encierra. Al fin y al cabo, la convivencia y la comunicación tienen mucho de ese saber interpretar al otro, de ese descifrar lo que se quiere decir con palabras, gestos o insinuaciones. Quien comprende al vecino, está en condiciones de adelantarse a sus actos y de ayudarle o engañarle. Quien sabe apreciar las cualidades del que es diferente, puede apoyarse en él y crecer en el trabajo de equipo. Quien entiende que nadie sobra por sus ideas o creencias, está construyendo un mundo más humano y pacífico. Esas son algunas de las ideas que se respiran en “The imitation game (Descifrando Enigma)”, película basada en hechos reales y que recrea la vida del matemático inglés Alan Turing durante la 2ª Guerra Mundial en su empeño por descifrar los mensajes nazis.
Su director, Morten Tyldum, se acerca al momento crítico en el que el servicio de inteligencia británico trata de descodificar las comunicaciones alemanas con la máquina Enigma. Está en juego la vida de mucha gente, y se encomienda esa tarea a Turing y a otros expertos en solucionar crucigramas y hacer análisis estadísticos. Será un trabajo arduo y de resultados inciertos, entre envidias internas y dobles espías, mientras que Turing tendrá también el secreto de su homosexualidad y el dolor por la muerte de un amigo de su infancia a quien amaba. Con todo, su heroísmo y patriotismo se verán empañados por su condición homosexual, y hasta el inspector que le interroga una década después no da crédito a lo que escucha y se siente incapacitado para juzgarle. Tyldum sabe conectar los tres tiempos de Turing con una narrativa fluida y clara, acierta a vincular las heridas y desgarrones que van desangrando a un hombre que era y se sentía distinto, consigue relacionar los secretos íntimos y los de Estado, y alcanzar el equilibrio en un trabajo donde las piezas personales y político-sociales aparecen bien engarzadas.
Extraordinario es el trabajo de Benedict Cumberbatch -digno de Oscar- en un papel difícil porque se prestaba al histrionismo y la caricatura, y que en cambio encierra una gran humanidad y fragilidad. Sus primeros diálogos, concisos y precisos, sin lugar a la broma y al doble sentido, hablan ya de un carácter noble y franco, sencillo y directo, inocente y especial… que es refrendado por un gesto de permanente desconcierto. Keira Knightley aporta el toque sensible y feminista quizá un tanto forzado en sus primeras apariciones, para después asumir una función entre maternal y amistosa con su peculiar prometido. El resto del reparto está a la altura en una historia que a punto está de empantanarse con la máquina Christopher y de perderse con la subtrama de espionaje soviético. Pero la buena ambientación de época y la espléndida banda sonora de Alexandre Desplat convierten la película en un desgarrador homenaje a un héroe que no encontró un lugar en una sociedad que pensaba maquinal y no humanamente.
Lo de menos en “The imitation game (Descifrando Enigma)” es la trama político-bélica, pues queda a merced de una historia personal, la de alguien que solo quería trabajar en lo que sabía -fue pionero de las computadoras- y contribuir a una sociedad más abierta y tolerante. Solo gente como Turing, del que no se esperaba nada por sus singularidades -lo mismo que Joan por ser mujer-, podía romper esquemas y resolver un crucigrama indescifrable como Enigma. Y solo alguien que sabía guardar un secreto, podía después ser fuerte y salvar a multitud de personas… y a una mujer a la que había renunciado por amor.
Calificación: 8/10
En las imágenes: Fotogramas de “The imitation game (Descifrando Enigma)” © 2014 Black Bear Pictures y Bristol Automotive. Todos los derechos reservados.
Publicado el 6 enero, 2015 | Categoría: 8/10, Año 2015, Biopic, Críticas, Drama, Gran Bretaña, Hollywood, Thriller
Etiquetas: Alexandre Desplat, Benedict Cumberbatch, guerra, homosexualidad, Keira Knightley, Morten Tyldum, The imitation game (Descifrando Enigma), tolerancia