The Jayhawks - Barcelona 14 de abril de 2015 - Sala BARTS

Por Tylerose


 R.KINSKI, el azote de los grupos aburguesados, vuelve a la carga con su mordaz visión sobre el recital ofrecido hace unos días por The Jayhawks en BCN. Personalmente, tras la brutal decepción que me supuso "Mockingbird Time", tengo a la banda en cuarentena y, a nivel de directo, prefiero quedarme con el buen recuerdo de sus recitales de 2001 en Bikini y 2009 en el Primavera Sound abriendo para Neil Young. Pero demos paso al más badass motherfucker de la casa:
 Sábado 00:30 de la madrugada y todavía no he terminado de escribir la crónica del concierto de The Jayhawksdel pasado martes, quizá presa de la misma desidia y arrogancia que gasta Gary Louris en el escenario o quizá porque me cuesta tener que decir lo que voy a decir de un grupo que adoro y que me ha acompañado en tantos momentos de mi vida.Estos tipos poseen una discografía envidiable con dos joyitas de la corona facturadas en los ya lejanos 1994 y 1996 y que ningún aficionado a la música debería desconocer. Lo que vino después nunca fue lo mismo pero fue bastante bueno, no hubo ya discos redondos pero si algunos temas de altura esparcidos por la trilogía post Mark Olson.Con esta carta de presentación y un setlist acertado puede pensarse que nada podría ir mal. Y sin embargo no fue así. ¿Fue un mal concierto? En absoluto. ¿Sonaron conjuntados y contundentes? Por supuesto. Lo cual no es poca cosa en los oscuros días musicales que estamos viviendo. La pregunta que tenemos que hacernos todos los seguidores de The Jayhawks es si esto es suficiente, si con esto nos basta y la respuesta es rotundamente no. Debemos ser más exigentes y no aplaudirles cualquier cosa que hagan por el mero hecho de ser quienes son. Fue un concierto soso, acomodaticio, rutinario, plano, sin matiz, no hubo riesgo por ningún lado y tampoco transmitieron la magia de los discos al directo. Gary Louris consiguió lo que parecía imposible, que todas las canciones sonasen igual. Guitarra fuerte con el volumen bien alto para que no haya que currárselo mucho y de paso tapar al segundo guitarra, mismo enfoque para todas las canciones, mismo tono de voz, misma resolución en cada tema. Y esto tiene un nombre: pereza creativa. Pereza, que no falta de capacidad, para intentar llevar las cosas un poco más allá aún a riesgo de equivocarse. Apostar por lo seguro no es siempre una carta ganadora. Ellos lo deberían saber. 
R. Kinski.