The killing fields (Los gritos del silencio; 1984) fue la primera aparición en la dirección cinematográfica de Roland Joffé, quien dos años después firmó la aclamada obra The Mission (La misión), con Jeremy Irons y Robert De Niro.
La historia se basa en la reconstrucción de los hechos reales escritos por Sydney Schanberg -corresponsal del New York Times en la Guerra de Camboya-en el artículo The Death and Life of Dith Pran: A story of Cambodia (20 enero de 1980). Él periodista se encarga de narrar la amistad que crea con su traductor camboyano, su trabajo en condiciones límite, y la desaparición de Dith Pran cuando es entregado a los Jemeres Rojos.
A partir de esta premisa, Roland Joffé habla sobre el trabajo de periodista de guerra y critica la actitud de muchos que encuentran en el conflicto una oportunidad para la aventura y las vacaciones. Por ejemplo, los compañeros que trabajan empotrados como periodistas oficiales en las unidades del ejército norteamericano, que no son capaces de ver o buscar la brutalidad de su Gobierno. Así, los dos personajes protagonistas -Sydney (Sam Waterston) y Dith (Haing S. Ngor)- ponen todos los medios para sacar a la luz sus propias historias de los olvidados, los civiles. En un papel secundario, pero meritorio también, figura John Malkovich -todavía tenía una carrera cinematográfica corta- como fotógrafo casi gafe, porque siempre explota algo cerca de él.
En esta primera parte de la película, el director intenta construir una amistad entre los dos personajes protagonistas, pero no acierta a la hora de crear las escenas propicias. Se puede afirmar que Roland Joffé no sabe mostrar qué hay detrás de dos amigos, o qué los convierte en ello. El único avance en esa línea de la historia que pretende mostrar la unión de Sydney y Dith se refiere a la actitud del primero con el segundo: al principio, el corresponsal del New York Times es prepotente, y trata al traductor como un simple subordinado; después, entiende que el trabajo que los dos están realizando es periodístico, los dos firman las crónicas desde Phnom Penh (capital de Camboya). Pero el guión de este apartado es una concatenación de sucesos relacionados con la guerra: un secuestro, un atentado terrorista. Incluso en un punto de la película, para demostrar que hay una amistad fuerte entre Sydney y Dith, el camboyano reconoce el cariño que el norteamericano siente por su familia. Es una representación a través de la palabra y no de la acción, es poco creíble, por tanto. Y quizá se deba a un recorte en la edición, pero no ayuda a creerse la historia.
La segunda parte del metraje narra la esclavitud que sufre Dith Pran cuando es capturado por los Jemeres Rojos, es un relato verídico y útil que sirve al espectador para conocer cómo un estado intenta reprogramar a sus ciudadanos desobedientes y establecer el "año cero". En este apartado, el director tiene más acierto a la hora de contar, y equilibra la película para conseguir un todo muy bueno que supo pelear en los Oscar por tres estatuillas frente a la omnipresencia de Amadeus (8).
Foto 2: Mary Ellen Mark