Si ayer os hablaba de una joya taiwanesa, hoy os voy a hablar de una joya hongkonesa, aunque con uno de los personajes principales taiwanés (Chris Wu).
Esta es una película especial que ha pasado desapercibida para el público occidental a pesar de contar con una estrella taiwanesa del nivel de Chris Wu. Sin embargo, creo que es una de esas películas que te dejan muy buen sabor de boca. En algún lugar leí que quedaba inconclusa, pero no es cierto. Queda todo cerrado, pues no es un romance, sino una historia de evolución y sanación, pero también de aprendizaje.
Siu Man ha crecido sin madre, con un padre estricto que posee un restaurante que en otro tiempo fue muy famoso. Ella ha seguido los deseos de su padre y ha ido a la universidad y se ha casado, tal y como se espera de cualquier mujer. Sin embargo, no es feliz. Su trabajo como ginecóloga no la satisface y su matrimonio se ha ido al traste por su miedo a la intimidad. No ha sido capaz de acostarse con su marido en cuatro años. Es decir, sigue siendo virgen. Y, por si eso no fuese suficiente, su padre es ingresado en el hospital y se debate entre la vida y la muerte.
Siu Man es obligada por su jefa a tomarse unas vacaciones y decide tomar las riendas del restaurante, que es un desastre. Además, ella sí desea tener sexo e incluso se prepara para ello, pero no encuentra con quién tenerlo. Su marido la rechaza y las citas que tiene a través de una aplicación son… en fin. Lo que le queda es su consolador y masturbarse en la bañera.
A lo largo de la película vemos que, en realidad, el problema no es ella. Es solo que su esposo no tiene idea de qué son los preliminares. Pero ni puñetera idea. No sabe lo que es ayudar a una mujer a perder su miedo y prepararla para ese momento. Solo sabe lo que es la penetración.
En el restaurante de su padre, conoce a Jiahao, un chef de padre hongkonés y madre taiwanesa formado en París que regresa a Hong Kong tras la muerte de su madre para encontrarse a sí mismo y la pasión por la cocina. Se introduce en el restaurante del padre de Siu Man porque de niño iba con frecuencia allí con su madre.
Siu Man lo rechaza al principio. Es un mujeriego y se nota, pero poco a poco se va abriendo a él. Eso será a medida que vaya escuchando su propio cuerpo y, para ello, el encuentro con una vieja amiga será crucial. Aprenderá a bailar de una forma sensual, disfrutando de su propia sensualidad. Pero es que, además, descubrirá que no hay nada malo en su cuerpo, que el sexo no es algo a lo que deba temer de la mano de Jiahao, que sabe muy bien lo que hace en ese terreno.
Parece ser que las escenas sexuales eran muy tórridas, hasta el punto que Charlene Choi rechazó el papel y se modificó el guion para que ella formase parte de la película. Hay escenas sexuales, sí, pero no son excesivas y mucho menos chabacanas ni están puestas ahí porque sí. Ya sabéis que en ocasiones se sacan ese tipo de escenas de la manga y sin venir a cuento, pero no es el caso. Eso sí, qué incomodidad hacerlo en la mesa de la cocina. El mismo Jiahao lo manifiesta.
Esa evolución de Siu Man se percibe no solo en el cambio de actitud hacia su padre y hacia el mundo, sino también en su aspecto. Deja de ser una mujer bastante borde que esconde su cara tras una mascarilla, a ser una mujer más abierta y sonriente, de trato más fácil. También asimila que, en realidad, su marido no la amaba realmente.
El paso de esa amiga perdida y de Jiahao por su vida son extremadamente importantes, pues son quienes hacen la función de catalizador para abrirla al mundo y a la vida. Y no olvidemos la comida, cuya importancia en cada escena no debe ser ignorada.
Eso sí, las condiciones higiénicas del restaurante dejan mucho que desear… ejem…