Calamaro es la portada de junio de la Rolling Stone Argentina, le ha dado el visto bueno al documental ya listo sobre su vida realizado por la National Geographic y se queda todos los días, horas de horas, en la plataforma preferida de la cuarentena latinoamericana: Live Instagram.
Minutos antes de comenzar a redactar esta nota me meto a Instagram y Calamaro, como el famoso dinosaurio, aún está allí. Como estamos habituados a las nuevas tecnologías, ya no nos parece milagroso nada. Pero es gracias a ellas que a Calamaro no solo se le ha visto componer en directo versos celebrados por la audiencia, sino también nos hemos tirado a la cama con él para verlo comer mientras mira televisión. De esta forma, actualizamos nuestra condición natural de voyeristas: ya no estamos espiando espiando por el ojo de una cerradura. Ahora casi parece que estamos del otro lado, en uno de uno de sus famosos Cuarteles de Invierno.
Si bien en las redes sociales se trata de "darse" continuamente, ya sea ofreciendo pedazos de nuestra vida por placer, hacer publicidad para nuestra marca o creando comunidad tratando de ayudar a los demás, nadie como el Salmón quien se ofrece sin montaje, gratis, totalmente entregado a su juego, haciendo todo espontáneamente, con esa honestidad que lo caracteriza. Ya teníamos sus canciones, videoclips, redes sociales, artículos de blog, un libro de diarios y a la prensa para aproximarnos a la mente de este genial artista. Ahora, gracias a sus 'Live' el usuario, ya sea un seguidor o alguien que está de paso, puede enterarse de otras facetas suyas, como la del One-Man Show, pero sobre todo ver de cerca cómo funciona su proceso creativo.
"Quiero salir de aquí pero no puedo porque siento que me voy a perder algo histórico", dice uno de los volátiles comentarios durante una transmición en los que resulta imposible cualquier intento de comunicación coherente. Calamaro, una vez más, como sus caciones, como sus antiguos malos hábitos, resulta adictivo. Al menos para ese promedio de 200 personas que va variando, y que se quedan con él las cuatro, cinco o seis horas de sus transmiciones. Esto de dejarlo correr durante horas me parece que es algo sin precedentes. Digo que me parece porque no tengo perspectiva. Pero la verdad es que nunca había visto a un músico mezclar, tocar, monologar, cantar karaoke y componer versos en vivo sin corte durante un tercio del día. Es como ver a Picasso pintar en vivo (hay un documental sobre ello, con cortes claro) o un Vargas Llosa o un Bukowski dándole duro a la máquina de escribir, al mismo tiempo que entretiene a su audiencia mientras comenta acerca de la capa de ozono o Trump y se arma un porraso; da una clase maestra sobre la voz de Stevie Wonder, o se sienta a tocar en su teclado color rojo alguna improvisación teniendo de fondo Triste y vacía, como lo está haciendo ahora mientras redacto esto, del gran Hector Lavoe.
UN TORERO, COBARTE Y ARTISTA EN LA PORTADA DE LA ROLLING STONE
Hace un par de semanas había un tipo en el estudio de Calamaro sentado en el sillón de cuero negro. No se veía quién era, ni Calamaro creo que tampoco lo presentó. Pensé que era algún familiar suyo, un sobrino o algo así. Sin embargo, ahora entiendo que era el cronista o el fotógrafo de la Rolling Stone Argentina que fue a visitarlo para cubrir el reportaje. Bueno, no lo confirmo, pero el mismo día que la gente se sumaba a eso del #BlackOutTuestday, paradójica campaña de múltiples interpretaciones, salía la portada con el popular Salmón. En portada vemos a Calamaro en atuendo militar: nadie como nuestro comandante para encabezar esta cuarentena de cambio de Era, algo totalmente nuevo, escenario imposible al que hay que adecuarse sí o sí, y así mostrar la supervivencia de uno de los artistas del show business que se han quedado con las manos vacías para todo el 2020. Por la coyuntura la portada se titula Días distintos, que es el título de una de sus canciones de fin del siglo pasado, en la que expone su filosofía de aquellos años:
No sé si prefiero días iguales o días distintos
Ya guardé mi instinto asesino en un cajón
No voy a tomar la ruta de los sacrificios
Prefiero el vicio, la música y el amor
El espíritu de estas palabras, al parecer, podremos encontrarlas próximamente, no se sabe todavía cuando, retratadas en el documental que la National Geographic ya tiene listo sobre el músico argentino, sumándose así a las otras Bios: las de Spinetta, Charly y Cerati, lanzadas en el 2019.
‘THE LAST DANCE’ DE CALAMARO
“¡Ya lo vi! Vi el documental que me ha hecho la National Geographic y me ha encantado, me ha hecho acordar a The Last Dance de Jordan y los Bulls de Chicago. Solo vi las tres cuartas partes, y dije ‘ya estamos’. Lo aprobé y no quise ver más. Solo lo vi hasta el 'Alta Suciedad'. Que Dios nos libre por lo que se viene después”. Esto no lo cuenta a la revista, sino que es una declaración del fin de semana pasado en sus Live Instagram. Calamaro suelta una noticia caliente, y al parecer no había ningún periodista en la sala… solo quien escribe mezclado con otros 200 desconocidos.
En su declaración, Calamaro menciona que no quiso ver el documental a partir del periodo 'Honestidad Brutal' (1998) y 'El Salmón' (2000) en adelante, un disco doble y otro quíntuple, que juntas suman más de canciones 130 canciones. Este periodo de fin de siglo es famoso por ser el más creativo y decadente de su carrera. Además, al hacer una comparación con el documental de Jordan, podemos esperar entonces un documental frenético, extático, donde el montaje es uno de los protagonista clave y poderoso. 'The Last Dance' cuenta con un increíble material de archivo; otro destacado es una suerte de enfrentamientos entre las estrellas y sus personalidades. Se habla de mucho de competitividad, dinero, escándalo. Mucho show business y sus naturales vicios, envidias, llantos y glorias. Con el vaso de whisky y un puro en la mano. Es decir, con el documental de Calamaro parece que se viene algo muy distinto a las entregas biográficas de sus colegas; algo muy al estilo, siempre a la vanguardia, del músico argentino. Es probable que el estreno sea en agosto, ya que es el mes en que el cantante cumple años.
Calamaro realiza sus mezclas en vivo con algo que me gusta llamar “la calculadora”: un Sampler que funciona a pilas donde arma las mezclas músicales más insólitas. Recuerdo especialmente la de Stevie Wonder, Drake, y no recuerdo qué DJ de música electrónica. La nueva canción funcionaba a la perfección. Todo un milagro para los oídos de aquellos que no somos músicos. Ese día, que fue un viernes o sábado a la noche hace una semana, mientras Calamaro cantaba una y otra vez I just call to say I love you, pude apreciar todas aquellas cualidades del músico por la que se le considera una leyenda viva. Hoy vuelvo a entrar a Instagram y advinen: Calamaro, íntimo, todavía sigue allí.
Radio Calamaro. Calamaro en su casa-estudio de Buenos Aires, espacio en el que pasa la cuarentena y realiza sus 'Live' | © Eugenio Mazzinghi para la Rolling Stone Argentina.