The League of the extraordinary gentlemen. Century: 1910, 1969 y 2009

Publicado el 24 abril 2013 por Juancarbar

La opinión general sobre The League of the extraordinary gentlemen ha ido degenerando conforme Moore se ha ido haciendo cada vez más gruñón, más hermético, más sexual y más complejo. Así, ahora se puede leer cosas como que es una ida de olla, que es mala o que es ofensiva. Algunas de estas opiniones son prematuras, pues al ser una obra tripartita no se puede emitir un veredicto final hasta leer todas las partes, y las restantes son mojigatas, sorprendente porque el colectivo de lectores de cómics es uno de los principales responsables de que el porno sea lo que es hoy. Seguro que en parte de esto tiene la culpa O´Neill (aquí  igual de expresionista, grotesco, eficiente y expresivo que siempre), si dibujase como un fan manda nadie protestaba del tono subido de los guiones de Moore. Así pues, creo que la opinión general de que la 3º parte The League of the extraordinary gentlemen  es mala, es exagerada e injusta. Queda claro una vez se termina la lectura de “Century“.

Es cierto que este título es hermético, adulto y complejo, pero también que Moore es un guionista clásico de modo que siempre se preocupa por ofrecer una historia interesante que puede ser seguida y comprendida por cualquiera. Así, da igual no pillar las referencias del cómic (según el guionista sólo la mitad son suyas) para seguir el relato. Lo único es que Moore exige que  sus historias se lean con atención. Una forma de leer que su lector natural, el de superhéroes, ha olvidado porque el descompresive storytelling y la exigencia de las editoriales que sea todo para dummies lo han deformado. Los cómics de Moore hay que leerlos como antes, fijándose en las viñetas porque los fondos también aportan información y atendiendo a los textos porque la manera de narrar del gran guionista inglés es concatenada, primero te introduce las cosas y un rato después las desarrolla. A Moore no se le puede leer con un hemisferio cerebral dormido cual ave migratoria como el mainstream nos ha acostumbrado desde los tiempos de Image. En mi opinión, ese es el principal problema. Como ya no se lee así la gente se siente tonta leyendo a Moore y, entonces, como mecanismo de defensa, desprecia a autor y obra. Así pues, la 3º parte The League of the extraordinary gentlemen no es mala. Es cierto que es otra cosa, que poco se parece a la 1º parte que tanto éxito tuvo, pero Moore sigue ofreciendo una historia inteligible, interesante y, sobre todo, bien narrada y con personajes tridimensionales (de cuántos guionistas anglosajones de cómics actuales podemos decir lo mismo?).Las referencias culturales, las citas y los niveles profundos están ahí porque si no Moore no se pone a escribir, él ha de ser el primero en entretenerse con este título. Pero  los detalles no son imprescindibles para entender la obra porque el británico quiere que se la comprenda ya que tiene intención chamánica. Por eso no conocer The Black Dossier no es una carencia limitante. Las hojas no deben impedirnos ver el árbol. El hermetismo está ahí como juego y para dar valor a las relecturas. Moore no escribe soma ni cosas de usar y tirar, quizás esta rareza sea otra de las razones por las que sus obras del siglo XXI tienen mala consideración.

The League of the extraordinary gentlemen nació como entretenimiento pero por el camino cambió. Moore vio que le ofrecía la manera de escribir sobre la evolución de la ficción inglesa en los últimos 120 años, más o menos, cosa que a su vez era una forma de reflexionar sobre la evolución de la mentalidad y la sociedad occidental desde finales del siglo XIX hasta ayer, su tema favorito. Como ve a Occidente desde lejos por haber nacido en una familia bastante humilde y ser un genio y un miembro de la contracultura, le interesa ser crítico con la sociedad occidental. De esto va esta 3º parte. Dando por hecho que las 2 primeras partes cubrían el período victoriano, Moore se volcó con la evolución de la modernidad y de la posmodernidad.

Moore escogió 1910 como primer hito porque fue cuando terminó la Era Victoriana, que vio nacer la encarnación de la principal Liga, y empezó la modernidad. Por ello es una obra sobre la desaparición del poder aristocrático y el principio de la decadencia de los valores victorianos. Se construye en torno a un misterio y tiran del carro 3 historias paralelas. La de la hija de Nemo, la de los nuevos asesinatos de prostitutas en Londres y una posible conspiración mágica antigubernamental (historia que une las 3 partes). El asunto termina con un sacrifico que, como el calamar de Watchmen, cambia las cosas. En este caso es el ataque del submarino de Nemo a Londres, eco del ataque de la reina celta Boudica a Londinium (representando en la 2º viñeta de la página 40), el último intento importante de los britanos por expulsar a los romanos (del principio del imperio al final del imperio). Esto nos indica que la mujer lunar va a ser importante para el desarrollo de la historia.

1969 es el segundo hito escogido por Moore al ser el momento en que se pasó de la modernidad a la posmodernidad. En 1969 fracasó definitivamente el movimiento contracultural progresista que formó a Moore. Es cuando quedó claro que el sueño juvenil del 68 no iba a cumplirse. A partir de aquí es necesario conocer The Black Dossier pero no es imprescindible pues, como he dicho, Moore quiere ser entendido así que explica lo que es necesario para seguir la historia principal (el relato breve pero denso ambientado en la Luna que acompaña a cada cómic también da más información, por eso es recomendable leerlo entero antes de leer “1969″ y “2009″). Quizás lo más importante es que el mundo de The League of the extraordinary gentlemen  no es como el nuestro con sutiles diferencias como parecía al principio, sino un mundo, no sé si imaginario, donde las ficciones de este se han ido cumpliendo y sucediendo. Esta parte se centra en la trama de la conspiración mágica (las otras no continúan porque son las que dieron pie a la nueva época) y el personaje que viaje por el Tiempo como si Londres fuese su máquina nos da una pista clave. Su diálogo supercríptico nos hace deducir que proviene de nuestro mundo por lo que, más que un viajero temporal, es alguien que puede viajar al mundo de Fantasía que ha construido Moore a partir de la ficción inglesa. El acto sacrificial de esta parte es una orgía que es un macroconcierto que evoca a uno real. Como termina mal el cambio es a peor. Por eso el cómic, quizás la mejor parte de estas 3, termina con el punk, el movimiento contracultural que surgió  de la frustración por el fracaso de 1968 en una Inglaterra sombría.

2009 no es un hito sino que es la fecha escogida por Moore porque es el año en que se puso a trabajar en esta 3º parte. Aquí termina hábilmente y audazmente la historia de la conspiración mágica. Aparece Próspero con gafas de 3D antiguas de modo que confirmamos que el mundo de The League of the extraordinary gentlemen es ficticio pero que interactúa con el nuestro. Así, todo encaja y ese criticado final tiene todo el sentido del mundo (las niñeras eran las que  antes introducían a las personas en la ficción). La Liga es un invento del mago para tratar de intervenir positivamente en el mundo real a través de la ficción. Así, sus misiones tienen el objetivo de que esta no se vuelva oscura y desagradable. Por ello el fracaso de 1969 explica que la ficción actual sea así. Que haya dejado de ser colorista, fantasiosa y positiva como fueron la decimonónica (la de la Liga) y la Pop (la de los superhéroes Marvel). Como es la historia más ficticia de todas el acto sacrificial final se parece al de Watchmen. Es un acto chamánico de Moore para cambiar desde la ficción, su vehículo para llegar a nuestras mentes, la realidad. Toda la 3º parte ha sido su intento de purificar la ficción posmoderna (de la que él es uno de los autores más importantes). Si Moore tiene un alter ego en este cómic es Próspero.

Así pues, la 3º parte de The League of the extraordinary gentlemen, muy bien editado por PDA, es un cómic que está en la media de Moore. No estamos ante un cómic brillante, pero tampoco ante una obra menor o una obra de decadencia. Por tanto, cualquier que haya disfrutado con sus obras anteriores  (exceptuando a Promethea ya que esta sí es especial) no puede dejar de hacerlo con la lectura de esta siempre que lea con atención y deje al lado prejuicios e ideas preconcebidas (hay que vaciar la mente para que Moore nos “posea”). No puede ser de otra forma pues todas las constantes  de este autor, como el protagonismo femenino (Halo Jones, Espectro de Seda…), están aquí. Por eso me alegro de que el guionista tenga planes de continuarla y expandirla. De momento está publicándose una historia centrada en los Nemo que, a buen seguro,  dado la tendencia a crear estructuras de Moore, completará todo lo anterior revalorizándolo.

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