Antes de morir, el escritor Adrian Messenger (John Merivale) le confía a su amigo y ex-agente de la inteligencia británica Anthony Gethryn (George C. Scott), una misteriosa lista en la que aparecen una serie de nombres de personas que han muerto en extrañas circunstancias. Gethryn en compañía del único sobreviviente del supuesto accidente donde falleció Messenger, tendrán que investigar la relación entre los hombres de la lista y cuales son las verdaderas intenciones del misterioso asesino responsable de sus muertes.
Tras adaptar la atormentada biografía del padre del psicoanálisis en “Freud, the Secret Passion” (1962), John Huston decidió realizar una película más lúdica que le sirviera de plataforma para que la Universal le financiara su próximo proyecto. Junto con su amigo el guionista Anthony Veiller, se encerró en su castillo irlandés ubicado en St. Clerans, Galway, a adaptar la novela de detectives “The List of Adrian Messenger”, del escritor Philip MacDonald. Dicho escritor, varios años antes había creado y utilizado en gran parte de sus historias al investigador Anthony Gethryn, quien es precisamente el protagonista de este relato. La cinta sería producida por la empresa Joel Productions, la cual pertenecía al actor Kirk Douglas a quien se le dio la oportunidad de interpretar al evasivo asesino. Lamentablemente, el actor no quedaría conforme con el resultado de la cinta. Y es que la mayor preocupación del director mientras filmaba la película era divertirse, algo que no le cayó muy bien al siempre serio Douglas.
Si bien la cinta funciona prácticamente de la misma forma que otras cintas de misterio de la época, en esta ocasión se le da más importancia a los motivos del asesino que a la identidad de este. De hecho, a los pocos minutos de iniciado el film nos es revelada la identidad del asesino, junto con el hecho de que utiliza una serie de disfraces al momento de eliminar a sus víctimas. El otro punto de interés que presenta este film, es la aparición de varias estrellas cinematográficas de la época, enmascaradas bajo caretas que les hacen irreconocibles. Dichas estrellas son Tony Curtis, Burt Lancaster, Robert Mitchum, y Frank Sinatra, todos los cuales interpretan roles pequeños en su gran mayoría de poca relevancia para la historia. Por lo tanto, el espectador no solo está llamado a intentar develar los misteriosos motivos del asesino, sino que también se le ofrece la oportunidad de intentar descubrir que actores se esconden tras el cuidadoso trabajo de maquillaje de Bud Westmore, lo que será revelado en el epílogo insertado tras el final de la historia. Cabe mencionar que Elizabeth Taylor iba a ser la quinta estrella que se disfrazaría para esta película, pero esta terminó abandonando el proyecto una vez que se dio cuenta lo tediosa que sería la aplicación del maquillaje.
Tras presenciar el asesinato que abre el film, somos transportados a la finca Gleneyre ubicada en Inglaterra, donde Adrian Messenger le entrega una lista con diez nombres a su amigo Anthony Gethryn, para que este averigüe si dichas personas aún se encuentran vivas. Si bien Messenger no le revela que nexo tienen las personas de la lista, Gethryn de todas formas decide aceptar la misión que le es encomendada. Unos pocos días después, una bomba estalla en el avión donde viajaba Messenger. El único sobreviviente del atentado, un francés llamado Raoul Le Borg (Jacques Roux), logra escuchar las últimas palabras de Messenger mientras ambos esperaban ser rescatados en medio del helado océano. Son precisamente las últimas palabras de Messenger, las cuales aparentemente no tienen sentido alguno, una de las pistas más importantes que maneja Gethryn en su investigación. Tanto el protagonista como Le Borg intentarán ver más allá del manto de trampas fonéticas que presentan las últimas palabras del escritor, con el fin de encontrar la pieza faltante del complejo rompecabezas al que se ven enfrentados.
Y es que precisamente a medida que se desarrolla la historia, el espectador va percibiendo que nada es lo que parece ser. En la búsqueda del autor de los asesinatos revestidos de accidente casual, se encuentran juegos de palabras, señuelos llamativos y con toques intelectuales, constantes juegos de disfraces que intentan confundir al espectador, al igual que las ya mencionadas trampas fonéticas y visuales. Incluso el texto mecanografiado de la lista que da título a la película, esconde un par de mensajes ocultos en el interlineado. Huston demuestra ser un maestro de la manipulación durante todo el transcurso del film, llenado la pantalla de falsas apariencias que no vienen más que a reflejar su propia visión de un mundo donde todas las personas intentan aparentar algo que no son por distintos motivos. Precisamente por esta razón, el novelista de misterio y profesor de cine, Stuart Kaminsky, señaló a esta cinta como “una de las dos o tres películas más personales de la filmografía de Huston”.
Las actuaciones son en general estupendas, y en gran medida son responsables del resultado de la cinta. George C. Scott realiza un espléndido trabajo como el tenaz y astuto detective que recibe la misteriosa lista y comienza sus pesquisas hasta dar con el asesino. Kirk Douglas aunque tiene un rol más bien secundario, interpreta de buena manera al calculador asesino que parece tener todo perfectamente planeado y que no está dispuesto a que nadie se interponga en sus planes. De la misma forma, tanto Jacques Roux, quien interpreta al único testigo del atentado al avión donde muere Messenger, y a quien se convertirá en el brazo derecho de Gethryn durante la investigación, como Dana Wynter, quien interpreta a la hija del Marqués de Gleneyre, realizan un buen trabajo en sus respectivos papeles. Por otra parte, el trabajo de fotografía de Joseph MacDonald es uno de los puntos altos del film, debido a que le saca el máximo provecho tanto a las locaciones ubicadas en las afueras de Londres, como a los sets construidos al interior de los estudios Universal. Por último cabe destacar la atmosférica banda sonora del compositor Jerry Goldsmith, que en gran medida contribuye a crear un clima dominado por el engaño y las falsas apariencias.
Si bien es cierto que “The List of Adrian Messenger” se intentó comercializar presentando el gimmick del sutil cameo de los cuatro actores consagrados como su mayor punto de interés (pese a que se dice que fueron otros actores los que en verdad interpretaron a los personajes disfrazados), la verdad es que la cinta tienes méritos suficientes como para ser considerada como una de las buenas entradas del cine de misterio. No solo presenta un buen elenco y una pulcritud técnica digna de las obras de Huston, sino que también se trata de una historia inteligente la cual es narrada a un ritmo narrativo más que adecuado por parte del director, cumpliendo con creces el objetivo de capturar la atención del espectador durante todo el transcurso del metraje, aún cuando el misterio central se revela quedando alrededor de un tercio del film. Durante este último tercio de la historia, Huston desarrolla un juego del gato y el ratón, donde el protagonista y su compañero eventual intentan evitar que el elusivo criminal complete el último paso de su maquiavélico plan. En definitiva, “The List of Adrian Messenger” es un film de misterio más que recomendable, el cual resulta ser sumamente entretenido e inteligente a la vez, lo cual obviamente se agradece.