Desde la primera página, los lectores sabemos que la joven Susie Salmon fue asesinada. A lo largo de la novela, Susie nos relatará las reacciones de los distintos miembros de su familia ante su muerte, además del destino de sus amigos y del propio asesino. Aunque a primera vista pueda parecer una novela policíaca o un drama familiar, Desde mi cielo no se decanta por inscribirse en ninguno de estos dos géneros, sino que toma elementos de ambos y nos ofrece una combinación singular de ellos.
Con Susie como narradora omnisciente vigilando desde el limbo en el que se detiene antes de su llegada al cielo, la novela de Alice Sebold constituye una historia coral, describiendo cómo se verán afectadas las relaciones de un numeroso grupo de personajes tras el asesinato de la joven. Precisamente es este aspecto el que más perjudica al libro, pues si en la primera mitad consigue enlazar las digresiones y saltos de un personaje a otro (incluida la propia Susie, que contará cómo es su estancia en el cielo), a partir de la mitad y el punto de giro en que uno de los protagonistas toma una decisión delicada se produce una elipsis temporal considerable, después de la cual se pierde el interés por algunos personajes y la narración avanza a trompicones hasta llegar a un final relajado, casi sin emoción.
Aun así, deben resaltarse la crítica que guarda a la fraglidad de ciertas estructuras sociales (que a medida que avanza la lectura se va desdibujando) y el estilo ágil del que hace gala la novela, el cual nos invita a continuar junto a Susie inlcuso cuando la trama pierde fuerza.
Recientemente se estrenó la adaptación cinematográfica del comentado libro dirigida ni más ni menos que por Peter Jackson, que también colabora en el guión junto a sus habituales Fran Walsh y Philipa Boyens. La película no gozó de todo el éxito que se esperaba, aunque personalmente me encantó. Si bien es cierto que presenta la misma mezlca de géneros que la novela, consigue solucionar las dificultades narrativas mencionadas dejando de lado a algunos personajes, manteniendo la atención sobre los más interesantes (el padre, la hermana y el asesino) y omitiendo a otros que entorpecían el tramo final, sin perder fidelidad al original por ello.
Además, cuenta con el talento de Jackson como director, quien resuelve ciertas secuencias de forma realmente brillante (la inicial y el citado punto de giro), con símbolos de importancia para la trama; y retoma las relaciones entre vivos y muertos tras la ya mítica Agárrame esos fantasmas, permiténdose incluso realizar un cameo en la cinta. Puede echársele en cara lo psicodélicas que resultan las escenas en el cielo, plagadas de coloridos efectos especiales, pero entre las virtudes con que cuenta el filme encontramos la cuidada fotografía y la acertada banda sonora.
Destaca también su excepcional reparto, con Mark Wahlberg, Rachel Weisz y una espléndida Saoirse Ronan (quien interpretó a la odiosa niña de Expiación) a la cabeza. Los secundarios no son para menos, con Susan Sarandos y un Stanley Tucci ofreciéndonos un retrato único del psicópata. Posiblemente uno de los grandes actores de reparto junto a Buscemi y Turturro, Tucci muestra un retrato milimétrico del personaje, componiéndolo a base de pequeños gestos y las pocas líneas de diálogo que tiene, lo cual le valió una candidatura en los pasados Oscars (yo lo prefería frente al políglota Christoph Waltz, con un persoanje desquiciado ya visto antes).
Teniendo en cuenta la entretenida novela y sus dificultades, recomiendo la adapatación de Peter Jackson no sólo como complemento, sino también como otro punto de vista, alejado en parte respecto del original, sobre la historia de Susie Salmon y su familia.