Director: Anthony Mann
Westerns, westerns, westerns... (léase con el ritmo de Girls, girls, girls... ¿Qué?, ¿no pega?). Bueno, aún quedan varios westerns de Anthony Mann, pero sólo uno de su colaboración con James Stewart (a todo esto: medía 1,91 mts), y me refiero a "The Man from Laramie". Laramie, como la marca de cigarros que fuman en "Los Simpsons".
"The Man from Laramie" está excelentemente dirigida por Anthony Mann y cuenta con numerosas escenas y secuencias de gran altura y exquisitez cinematográfica, sin embargo... Sin embargo, no me ha gustado "The Man from Laramie", y puede que me ponga a hilar fino, pero el fondo será el mismo.
A pesar de sus poderosas y evocadoras imágenes, esta película (rodada en CinemaScope) cuenta una historia mucho menos interesante y rica en matices que las otras colaboraciones entre Mann y Stewart. Me ha parecido una historia más arquetípica, instrumental, conveniente, y eso que empezaba bastante bien, amén de un primer acto francamente impactante en donde ese ambiguo retrato de la mística del western se veía aderezado, además, con fuertes dosis de violencia y salvajismo.
Todo comienza con un James Stewart que, desde Laramie, transporta al pequeño pueblo de Coronado una carga de abarrotes y herramientas para el almacén local. Desde el inicio queda claro que las intenciones de Stewart van más allá que cumplir su responsabilidad como vendedor y/o transportista (un destello de venganza brilla en sus ojos), sin embargo éste interpreta a ese prototipo de cowboy que vimos en las otras películas: aquel hombre, del que no se sabe mucho, que sobrevive en el lejano oeste bajo un estricto y auto-impuesto régimen de pragmatismo, pero que, impelido por las circunstancias, debe decidir si hacer lo correcto o hacer la vista gorda, algo aparentemente díficil en una época cargada de ambigüedad y claroscuros morales, en donde los vacíos legales parecieran justificar cualquier tipo de comportamiento abusivo y violento, por lo que, ante la cómoda fragilidad de la Ley, alguna persona debería ser capaz de hablar e imponer términos, equilibrar la balanza o buscar Justicia en nombre de los abusados y los desposeídos, ¿no? En primera instancia, pareciera que Stewart interpreta a ese hombre en "The Man from Laramie", pues, cumplida su misión en el almacén local, no tarda en meterse en problemas con el hijo del hombre más poderoso del territorio: el dueño de un rancho, hombre de negocios ganaderos, hombre que orgullosa y descaradamente afirma ser dueño de toda la zona. Ser dueño de la ley, se subentiende.
Por desgracia, a los treinta minutos la trama deriva en direcciones más simples y poco estimulantes, con personajes que son de una sola línea, cuyos conflictos no representan mayor dilema moral para el protagonista o el espectador, y cuyo retrato general tampoco ofrece una lectura de la época. Resulta que Stewart anda buscando al responsable de la muerte de su hermano (militar asesinado por Apaches armados con rifles de repetición vendidos por algún sujeto de pocos escrúpulos) y su enredo con los rancheros no es gratuito, pues dentro de los tejemanejes del rancho hallaremos al o los responsables de hacer negocios con esos indios. No merece mayor comentario la trama, ya digo que me parece arquetípica y demasiado conveniente para su propio bien, sin mencionar que carece de ese sentido de aventura y de épica que engrandece la diáfana "sencillez" de historias como las de "Winchester '73", "Bend of the River", "The Far Country" y "The Naked Spur"; en cambio, acá todo parece más estático, personajes y conflictos, que sólo cambian cuando así lo requiere el guión.
Anthony Mann salva la función gracias a su poderosa puesta en escena, a esas numerosas escenas dotadas de un bello y algo indescriptible lirismo, una atmósfera cargada de un aura del que carece la trama y su desarrollo argumental. En todo caso, como siempre, genial James Stewart: me encanta la clase con que se pone violento e implacable para sus cosas.
Aunque es imposible no admirar la calidad cinematográfica alcanzada por Mann, me parece que su guión le hace un flaco favor y a mí, realmente, no me entusiasmó. Una lástima, porque la película desprende esa energía que desprenden las obras maestras, y sin embargo...
...esos putos ganaderos...