Sidney Stratton (Alec Guinness) es un empleado del laboratorio de una gran empresa textil. Sidney ha desarrollado en secreto un gran invento: una tela que jamás se rompe ni estropea con el uso. Podría pensarse que algo así está destinado a revolucionar la industria, pero lo cierto es que los jefes de Stratton están dispuestos a todo para bloquear su éxito.
“The Man in the White Suit” tiene un comienzo más bien pausado, en el cual Mackendrick nos presenta a Sidney Stratton, un aspirante a científico que ha tenido algunos problemas para mantener sus trabajos debido a que ha sido sorprendido en variadas ocasiones ocupando los laboratorios de las empresas textiles en las cuales ha sido contratado sin permiso de los administradores. Solo tras establecer una relación de amistad con Daphne Birnley (Joan Greenwood), hija del empresario textil Alan Birnley (Cecil Parker), el protagonista logra obtener el permiso de este último para ocupar el laboratorio de su empresa y así realizar sus experimentos. Dichos experimentos resultan ser bastante explosivos, y la verdad es que cada vez que cree que está cerca de lograr su cometido, una nueva explosión le demuestra lo contrario. Sin embargo, el excéntrico idealista no está dispuesto a abandonar su trabajo, y eventualmente logra dar con la fórmula que le permitirá crear una tela que no se ensucia y que es totalmente indestructible, la cual pondrá en jaque toda la estabilidad de la industria textil.
Mackendrick de alguna forma deja planteada la idea de que en ocasiones es mejor mantener el status quo mediante pequeños avances periódicos, que intentar cambiar todo de golpe sin medir las reales consecuencias de los cambios realizados, pese a lo nobles que pueden ser nuestras intenciones. Si bien la cinta también plantea una suerte de crítica al mundo del consumo, los temas de fondo son tratados desde el prisma de la parodia más caricaturesca. El protagonista en sí es una caricatura del genio despistado, que no hace más que destruir el inmobiliario de la empresa con cada uno de sus experimentos. Sir John Kierlaw (Ernest Thesiger), el maquiavélico y temido empresario textil, es también una figura bastante caricaturesca, una suerte de Sr. Burns cuya moral es bastante cuestionable. Sin duda es Kierlaw el verdadero cerebro tras la persecución implacable de la que es víctima el protagonista, el representante de la lógica que opera todo el sistema capitalista. Según el mismo Mackendrick, esto responde a que “cada uno de los personajes que pueblan la historia fueron ideados como una caricatura de un determinado pensamiento político, cubriendo todas las bases desde el comunismo, pasando por el individualismo romántico, el liberalismo, el progresismo, hasta llegar al capitalismo”.
“The Man in the White Suit” no solo es recordada como una de las mejores películas de Alexander Mackendrick, sino que también ha sido señalada como “uno de los films británicos más inteligentes y complejos de la historia del cine”. Esto afirmación no resulta extraña considerando el humor mordaz que el director maneja en esta cinta, y el grado de ironía y ambigüedad que presenta la historia. Si bien es cierto que la primera mitad de film transcurre a paso lento, el segundo tramo de la cinta es más frenético y está plagado de momentos memorables. En definitiva, “The Man in the White Suit” es una fábula moral divertida, inteligente, y pesimista, cuyo final alcanza niveles casi surrealistas, la cual cuenta con un gran elenco y un apartado visual realmente destacable, razones por las cuales esta cinta es definitivamente un imperdible del cine británico.
por Fantomas.