The New Raemon y su Libre Asociación

Publicado el 12 octubre 2011 por Masquecine

Hasta hace poco más de un año no había oído hablar de New Raemon o Madee, ni de Nueva Vulcano, y la primera canción que escuché fue Te debo un baile. A veces es el sitio, a veces es el momento, otras incluso un mix de ambos… Y en mi caso, fuera como fuese, estoy segura que algo de esto influyó. Pero aún así, aquel “la próxima vez que levantes las cejas de incredulidad, que sea al mundo y no a mí…” se me quedó grabado.

A parte de eso, no me convertí en una fan incondicional ni enloquecí tratando de de recuperar el tiempo perdido. Ni siquiera intenté buscarle otros momentos a la música, que ahora ya si conocía, de Ramón Rodríguez. Cuando conseguí salir del bucle de explicaciones y bailes, la curiosidad me llevó a ver qué más había. Y encontré mucho, muy bueno, y muy barato. Verlo en directo el pasado viernes en la Sala Joy Eslava también fue una muy grata.

Desde que emprendió su carrera en solitario como The New Raemon en 2008 han sido unos años muy prolíficos para el catalán, y es que “cuando haces pop, ya no hay stop”: ‘A propósito de Garfunkel’‘La invasión de los ultracuerpos’, ‘La dimensión desconocida’, ‘Cuaresma’, ‘Epés reunidos’ y a principios de este año, ‘La libre asociación’. Aún queda ver que pasa con ‘El problema de los tres cuerpos’, el proyecto conjunto con Fran Nixon y Ricardo Vicente, que según las previsiones, saldrá a la luz antes de que termine el año.

Dice que estar en lo más alto no va con él, y aunque también se declare no supersticioso, la “superstición me cansa, me determina”, los agoreros de la música independiente cada vez lo tienen más claro. Este último disco podría marcar un antes y un después en el sonido New Raemon, o cuanto menos, un cambio de rumbo.

Sin perder ese sonido oscuro e intimista que le caracteriza, en este último disco la instrumentación cobra mayor importancia que en cualquiera de los anteriores. Así, pues, la “Libre asociación” es toda una declaración de intenciones. Desde el primer impacto se aprecian flirteos de cuerdas y guitarras más potentes de lo habitual. Además de un uso de coros recurrente, como ocurre en Verdugo, single del disco o en El Refugio de Superman o Hiperconsciente. En directo, todas estas sensaciones se magnifican, y la atmósfera mística que se llega a crear en algunos momentos, pone los pelos de punta.

Por lo demás, la esencia intimista y reflexiva sigue intacta, con delirios líricos de lo más profundo y una lengua tan afilada como siempre. Como a veces la solución más sencilla es la correcta, parafraseando parte de Kill Raemon, diré que, la última criatura del catalán, no es sino, “una sombría satisfacción…”

SARA SÁNCHEZ