30 días después de su publicación, me reconozco incapaz de despejar la incógnita: ¿Qué hacemos con “The Party Line“, el sencillo con que Belle & Sebastian avanzan el que será su próximo disco? ¿Es una demostración de la -por lo visto, inagotable- capacidad de Murdoch y compañía para reiventarse, justo cuando empezábamos a acostumbrarnos al sabor de la fórmula que destilan desde “Dear Catastrophe Waitress“, o hemos de entenderlo un síntoma de agotamiento creativo? ¿Es una maravilla, una canción más entre las muchas que arman la discografía del grupo, o un chasco…? Porque, claro, si consideramos que se trata de una canción de Belle & Sebastian, más de uno sentirá el leve pinchacito de una ligera decepción, causada por las expectativas que siempre se levantan en torno a un grupo que en no pocas ocasiones ha demostrado ser capaz de lo mejor. Y sin embargo, no deja de ser menos cierto que si el mismo tema apareciera firmado por cualquier otra banda, probablemente lo juzgaríamos con menos severidad, y nos entregaríamos con entusiasmo al baile…
Las sensaciones son, salvando las distancias, muy parecidas a las que en su momento dejaron las primeras escuchas de “Reflektor“, el tema con el que Arcade Fire nos sorprendieron hará cosa de un año: de una parte, la perplejidad por un cambio de sonido que -en principio- no creíamos necesario; y de otra, el reconocimiento de que, pese a la extrañeza inicial, aquello no acaba de estar nada mal. Muy probablemente la coartada de los canadienses para vender su película fuera algo más sólida: el innegable toque arty (al fin y al cabo, en aquel tema compartían genes con Talking Heads), la producción de (¡!) James Murphy, la participación de (¡¡¡¡!!!!) David Bowie… Cuando los títulos de créditos son tan apabullantes, sabes que vas a tener al espectador cogido por las pelotas hasta que las luces se enciendan. En cambio, los espejos en los que se miran Belle & Sebastian, a priori, no parecen tener el mismo pedigree: por lo que hemos podido leer hasta el momento, parece que “Girls In Peacetime Want To Dance” nace bajo la inspiración de, ejem, el Festival de Eurovisión. En palabras de Murdoch: “Quería hacer un disco en el que una canción sonara como lo hubiera hecho la participación de Chipre en 1974, otra que lo hiciera como una posible representante alemana en la edición de 1989.. puede que quizá no sea algo tan evidente en el resultado final, pero sí que ha servido de inspiración al conjunto”. Ay, ay, qué miedito…
La nota de prensa distribuida por el sello para ir calentando el lanzamiento (no será hasta enero del año próximo) no aclaraba demasiado las cosas: a lo anteriormente comentado de Eurovisión y tal, se añadía, tal y como ya comentamos por aquí hace no demasiado, la “influencia de lo que hemos estado escuchando últimamente… Techno vintage de Detroit, temas de Giorgio Moroder…” Dificil saber aún si las supuestas influencias irán mucho más allá de las ganas de epatar al personal, pero mira tú qué cosas, la casualidad ha querido que los escoceses hayan escogido un momento un poco raro para reivindicar al legendario productor italiano como modelo: justo cuando al hombre le ha dado por servirnos una de garrafón. Pero en fin, más allá de las reflexiones teóricas, están los hechos objetivos, y de momento todos los que conocemos se reducen a esta “The Party Line” que anticipa el álbum: ¿Una genialidad que reivindicaremos dentro de unos años, o algo que querremos olvidar? Pues no acabo de estar muy seguro, como digo, pero desde luego sí que han conseguido algo complicadísimo, el más dificil todavía en esto del pop, que es hacer que su nueva canción nos suene al mismo tiempo tan reiterativa como novedosa: si descontamos esos sintetizadores y esos cencerritos tan DFA nos queda algo muy parecido, en realidad, a la resultona “Your Cover’s Blown” que publicaron allá por 2010: nada excesivamente distinto. Pero hay algo nuevo en la receta, eso es verdad, un toque picante en el plato que creíamos conocer, y que tan pronto nos provoca extrañeza como interés. ¿No hay un cierto regusto a Stars en el conjunto? Vamos, de momento, a dejarlo en un sí: el tiempo, que sabe mucho más de esto que todos nosotros, se encargará de poner las cosas en su sitio.