Sabía que tenia razón y ayer lo comprobé de primera mano. Los Rolling Stones no existen, sus miembros murieron hace mucho tiempo y son sus hologramas los que dan la cara en los escenarios de todo el mundo, porque me resulta imposible pensar que cuatro septuagenarios puedan rozar la perfección del modo en el que lo hicieron Jagger, Richards, Wood y Watts ayer en el Santiago Bernabeu de Madrid. No sólo ellos, es que toda su corte estuvo a la altura para uno de los conciertos más históricos que servidor ha vivido.
Efectivamente en el ambiente flotaba esa sensación de acontecimiento histórico dada la edad de estos tipos. Se comentaba que sería la última vez que pudieramos verles en directo, pero dado lo que ofrecieron anoche no me atrevería a apostar por algo totalmente lógico como sería su retirada de los escenarios. Energía, ganas, actitud, talento y profesionalidad puestos al servicio de una de las bandas más grandes de la historia del rock. Más de 50 años arrasando y cuando ya nada debería importarles se curran un concierto memorable.
Allí estaba Mick Jagger, finísimo, sin un átomo de grasa, con su pelazo, la cara llena de surcos, moviéndose de un lado a otro del escenario, aguantando una impresionante interpretación vocal, demostrando su inmenso talento a la armónica, convertido en el perfecto maestro de ceremonias. Keith Richards, con artritis, moviéndose despacio, lanzando guiños constantes al público, acariciando un instrumento del que salían aquellos riffs inmortales, feliz incluso. Ron Wood, feo como la muerte, tan flaco como ella, inmenso toda la noche con su guitarra líder, maestro con el slide, bordando su papel de villano, bordando su trabajo de guitarrista. Y Charlie Watts, enjuto, pequeño, sufriendo a veces, manteniendo el tipo desde su pequeño set, soportando el ritmo de su banda desde su tremenda habilidad para manejar la economía de medios.
Pero también estaba Darryl Jones, ese soberbio bajista de fabuloso espíritu funky que tuvo sus momentos de protagonismo, un músico que debería ser anunciado como miembro permanente de los Rolling Stones. Y Bernard Fowler y Lisa Fisher, coro de quilates como no podía ser menos. Espiritual y místico él, gloriosa y descomunal ella, sobre todo cuando le toco su minuto de triunfo. Y Bobby Keys y Tim Rice, el combo de viento que tantos años lleva acompañando a sus jefes y que tanto sabor imprime al rock de los Rolling Stones. Y por supuesto Chuck Leavell y su asombroso piano de tugurio. Allí estaban todos.
"Jumpin' Jack Flash" abría la noche a las diez menos diez con estricta puntualidad británica, y ya desde el principio los allí presentes, pedazo de mezcla la que había, nos dimos cuenta de que aquella era la noche. "You Got Me Rocking", "It's Only Rock 'n' Roll (But I Like It)" y un sensacional "Tumbling Dice" elevaban la temperatura del recinto madrileño con una sucesión de riffs inmortales y ritmos ultra familiares que a pesar de ello sonaban nuevos y sorprendentes antes de la llegada del par de agradables sorpresas de la noche. Sensacional la versión de "Angie" sobre todo en el trabajo acústico, y tremenda la aparición de "Like a Rolling Stone", elegida por votación popular, primera vez que la banda la tocaba en un montón de años.
No hay tregua, y la dura "Doom and Gloom" y una acertadísima "Out Of Control" trasladan hasta "Honky Tonk Women", uno de los momentos culminantes de la noche, con un Lavelle inspiradísimo en el piano y Jagger presentando a la banda al completo. Luego el momento Richards con por supuesto "You Got the Silver" y "Can't Be Seen", uno de mis temas de cabecera de la banda por motivos diversos. En esas Jagger debía estar en la cámara de oxígeno porque la paliza que llevaba encima así lo precisaba.
Aquello ya bastaba para que la noche fuese mítica, pero apareció Mick Taylor y lo Rolling Stones se marcaron la versión definitiva de "Midnight Rambler", diez minutos de rock, de blues, de jam, de riffs, de armónica....absolutamente acojonante. Luego una tremenda "Miss You" con Jagger interactuando y un espectacular "Gimme Shelter" con Lisa Fisher dejando helado al auditorio con su portentosa voz. "Start Me Up", "Sympathy for the Devil" y "Brown Sugar" cerraban en primera instancia un repertorio escrupulosamente seleccionado. Se puede estar más o menos de acuerdo con la elección de los temas, pero 29 álbumes de estudio dan para mucho y hay que decir que sobre todo su ubicación en el orden del concierto fue primordial a la hora de caldear el ambiente.
Tras el pertinente descansito la banda regresaba para interpretar "You Can't Always Get What You Want" junto al coro de la Comunidad de Madrid, inmenso por cierto, y para cerrar definitivamente una noche mágica bajo los acordes, como no podía ser menos, de "(I Can't Get No) Satisfaction" con Mick Taylor de nuevo al aparato. Definitivamente una noche para el recuerdo, una noche para no olvidar jamás, la noche en el que los Rolling Stones dieron todo lo que les queda, que sigue siendo mucho, en Madrid.
Texto y Fotos @BlueMonday1971