Don Satanás estaba sentado en la ribera del rio, mojándose los pies en la lava. Entre las manos sostenía el último ejemplar de Cosas y se preguntaba cuándo se iba a morir la reina de Inglaterra.
Era un día bello en el averno, el olor de azufre surcaba la atmósfera y los gritos de excruciante dolor por parte de los torturados eran como pequeñas sinfonías de pajarillos que retozaban entre las copas de los árboles.
Don Sata se levantó, se sacudió los pies, puso la revista bajo el sobaco izquierdo y entró a una de las tantas cámaras de tortura que estaban disponibles (una luz verde en la puerta lo indicaba así). Para su gran sorpresa, atada con alambre de púas a una silla estaba nada más y nada menos que Anna Nicole Smith.
Sin pensársela dos veces, Don Sata fue a buscar unos discos a su cuarto y luego de revisar su amplia colección de música -black metal en su mayoría- encontró el disco perfecto. Puso play y se dispuso a calentar las pinzas en la hoguera, quizás el día no iba a ser tan aburrido como pensó.
surfeando en ríos de lava