The second game, de Corneliu Porumboiu

Publicado el 16 abril 2014 por María Bertoni

Cobertura especial de Espectadores.

“A nadie le interesa volver a ver un partido de fútbol que dos equipos rumanos jugaron en 1988″, afirma en varias ocasiones el ex referí Adrian Porumboiu, una de ellas cuando su hijo Corneliu comenta que la televisación de aquel enfrentamiento deportivo bien podría ser uno de los largometrajes que suele dirigir: “son lentos y no pasa demasiado”. Con este intercambio de palabras, los ¿protagonistas?, ¿relatores? de Al doilea joc (The second game es el título internacional) anticipan la reacción de parte del público que la noche del domingo pasado asistió a la función de la película de cierre del 16º BAFICI, y abandonó la sala bastante antes de que finalizara la proyección.

Quienes en cambio nos quedamos atornillados a la butaca coincidimos con el director en reconocer cierto hilo conductor entre Bucarest 12:08, Policía adjetivo y El segundo partido. En otras palabras, el interés de Porumboiu hijo por el pasado reciente de su país -concretamente por las huellas que el extensísimo gobierno de Nicolae Ceausescu dejó en la memoria individual y colectiva de sus compatriotas- vuelve a manifestarse en la ocurrencia de grabar la experiencia de ver y comentar el duelo que papá Adrian arbitró dos décadas y media atrás, “justo un año antes de la revolución”.

Desde esta perspectiva, algunos espectadores porteños entendemos la retransmisión de aquel partido en principio equivalente a un River-Boca local como la imperdible invitación a asomarnos a una porción de la realidad comunista que la denominada “cortina de hierro” impidió conocer bien. Por ejemplo, que Steaua era el equipo del ejército rumano (entre sus directivos se encontraba Valentin Ceausescu, hijo del mencionado Nicolae) y que Dinamo era el equipo de la policía secreta nacional. El rutinario enfrentamiento entre ambos cuerpos armados distaba de agotarse en la cancha.

Nobleza obliga, hay que tener ganas de revivir los 97 minutos que dura la televisación del partido en cuestión. Por las dudas, cabe aclarar que Porumboiu se limitó a sonorizar la versión en VHS de aquella emisión de 1988 con la grabación de la conversación que mantuvo con su padre meses atrás. Dicho de otro modo, no vemos otra cosa que lo que tres cámaras de la TV rumana cubrieron aquella jornada de nieve intensa: planos de los jugadores disputándose la pelota, del referí y los jueces de línea arbitrando, del banco de suplentes (muy ocasionalmente) y del público observando.

Definitivamente Al doilea joc no es una película apta para todo público ni para cualquier circunstancia. Si algún distribuidor local tuviera en mente estrenarla en nuestra cartelera comercial, tal vez haría bien en aprovechar el contexto favorable que en principio supone el comienzo del Mundial 2014.

En ese caso, es probable que más de un espectador argentino hilvane el inminente campeonato programado en Brasil con aquél que se jugó aquí en 1978. Quizás entonces nuestro público resista mejor la tentación de abandonar la sala en plena proyección y elija averiguar cuánta Historia se esconde en el nuevo -y aparentemente anodino- film de Corneliu Porumboiu.