The Shield. Esa gran obra maestra en la sombra.

Publicado el 30 septiembre 2011 por Watanabe
Empecemos por lo peor de la serie. Siempre he odiado esa horrible cabecera con esa desagradable canción chillona. ¡Ala! ya lo he dicho. Una vez quitado ese peso de encima todo lo que tengo que decir a continuación son sensaciones, posibles elogios encubiertos o no, y alabanzas veladas o intrascendentes hacia una de las mejores series de televisión que han pasado por nuestras pantallas y ojos. Vayamos con ello.
Ponerme con The Shield fue una de esas decisiones que uno toma casi por obligación seriéfila (es una de las obras cumbres de la pequeña pantalla, y siempre está en lo más alto, en la oscuridad, de cualquier lista seriéfila que se precie), así cualquiera dice que no. Hasta aquí lo más complicado. Una vez te has remangado los prejuicios, te has protegido las retinas contra imágenes y sensaciones indeseadas, y estás dispuesto a mancharte hasta las entrañas, lo demás será muy fácil. Ponte su impactante piloto, prepara y relaja tu deseo de salir huyendo de lo que será un viaje movidito, y déjate arrastrar por una serie de personajes que seguro te llevarán al lado más oscuro del alma humana. Si ya has entrado, y estás dispuesto a continuar hasta el final, ya está todo hecho. Con un poco de suerte The Shield ya estará en tus venas recorriendo tu cuerpo hacia los lugares más adictivos de tu organismo…

"Un gran elenco de actores
a la altura de los personajes que interpretan"

Si el piloto atrapa como una tela de araña (es fácil sentirse muchas veces como una mosca a punto de ser devorada), la primera temporada al completo, aunque sólo sea una buena escusa para presentar a los personajes y sus motivaciones, ya devora nuestras ansias de más, como quien despedaza un exquisito manjar a mordiscos y bocados. Todavía no estamos ante una serie de gran calado emocional, pero sin duda ahí están las bases de lo que será uno de los relatos mejor medidos y estructurados que jamás se hayan hecho para un medio televisivo (The Wire le sigue a la zaga). Quien quiera más detalles de su primer zarpazo aquí los encontrará. Sigamos.
La segunda y tercera temporadas ya son palabras mayores (aquí para más detalles sobre la segunda). Las tramas autoconclusivas y las de más recorrido se cruzan sin parar a un ritmo tan vertiginoso, y a la vez tan milimétrico, que muchas veces pareciera que fueran a explotar en mil pedazos si llegaran a rozarse siquiera. Creo que no ha habido ni habrá una serie que mejor haya sabido intercalar ambos conceptos (The Good Wife está cerca), sin caer de lleno en un caos narrativo, o volver loco de remate y de aburrimiento al espectador en tal empeño. Las historias y los personajes salen, entran, desaparecen o se retuercen de tal manera, que uno no sabe nunca si a la vuelta de la esquina de cualquier capítulo se encontrará con una sonrisa en la cara de un personaje por el trabajo bien hecho, o con un disparo en la nuca de cualquiera de sus protagonistas. Así es The Shield, frenética, hiperrealista, imprevisible, a veces mareante, siempre adictiva. Los dos finales de estas dos grandes temporadas lo demuestran. Sólo tienen que llegar a ellos y vivirlos si se atreven.

"La dualidad moral de The Sheld
es como un cuchillo muy afilado"

La cuarta es una pausa en el camino, un paréntesis en la columna vertebral de la historia, un merecido y forzoso borrón y cuenta nueva, un retroceder unos cuantos pasos para luego coger carrerilla y saltar al vacío, una Glenn Close titánica e inconmensurable, a fin de cuentas el inquietante silencio antes de la tormenta. Dicen que la más “floja” de sus siete temporadas, yo digo que la más reflexiva y critica, y sin duda la más paciente y necesaria para dar contenido y sentido a todo lo que vendrá después. Indispensable.
Y con la quinta (mi favorita) se armó la gorda. Es la temporada de la muerte, la vida y la resurrección de los personajes principales y sus historias. La temporada de la chispa que hará estallar por los aires las entrañas del relato. La de Forrest Whitaker que quiere atrapar a los malos y es siempre visto y sentido por el espectador como el enemigo. El principio del fin para sus protagonistas y tramas. La que llevará a The Shield hasta sus cotas más altas. ¡Vamos! Que a fin de cuentas una de las mejores temporadas de la historia de la televisión. Sin duda palabras seriéfilas mayores.

"La recta final es un callejón ¿sin salida?"

Y la sexta y séptima van de la mano hacia el precipicio. Nunca se ha contado el final de una gran historia con ese poder de arrastre hacia su epicentro. Pura energía centrífuga que nos empuja a no parar de ver episodio tras episodio en busca de un sentido que darle a su todo. Todos los personajes se precipitan hacia su inevitable conclusión y es imposible pensar que ésta no será otra que la amargura de enfrentarse a uno mismo y a su pasado. The Shield muere a lo grande con uno de los mejores cierres de serie que se han escrito jamás. Espectacular, intenso, sorprendentemente coherente, rotundo. A estas alturas ya sólo queda volver al principio y darle de nuevo al Play.
Me he propuesto realizar este ejercicio de escritura emocional, paja mental, o lo que sea, sin nombrar ni una sola vez a su protagonista, Vic Mackey. ¡Ups! Se me ha escapado. Bueno tal vez éste no sería un buen artículo si ese gran personaje no hiciera acto de presencia. Dejémoslo así, no vaya a enfadarse y la liemos.