Prestado, eso ya suena a pasado de verdad. Cuando un amigo compraba un disco y te lo prestaba para escucharlo tú en casa.
Como decía, llegó con dos discos. Una era del de los Sex Pistols y el otro era el que aquí nos ocupa.
Era muy jovenzuelo, aún no tenía yo muy claro, por no decir que no tenía ni idea que era eso del Punk.
El caso es que el de los Sex Pistols no me atraía mucho, (años después me encantó), pero sí que me llamó la atención este disco.
No tenía ni idea de quienes eran, que hacían y, por supuesto, que no sabía que ya habían editado otros dos discos antes en plena eclosión del Punk.
Sí que sabía que me había algo en su sonido que me atraía. Esos teclados poco Punk si se quiere, ese bajo que me parecía atronador y punzante, y sobre todo esa voz amenazadora, que me daba la sensación que iba a su bola durante todo el disco.
Vamos, que me daba la sensación que voz y música seguían caminos distintos.
Además la portada me gustaba. Blanco y negro, y unos tipos con pinta de desarrapados.
Esto no sonaba en la radio. No lo veía en la tele.
Pero es la ventaja de tener hermanos mayores. Tienen otros gustos musicales, pero no significa que en algunos momentos puedan ser como los tuyos.
Conforme lo iba escuchando me enganchaba más. Cuando lo grabamos en cinta de cassete, (la piratería antigua), lo ponía muchas veces.
Sé que para muchos no es el mejor disco del grupo, y que para otros muchos les chocará saber que el sonido que se pueden encontrar en este disco nada tiene que ver con temas posteriores más famosos como Golden Brown.
Nada de eso. Aquí hay espíritu Punk por todos sus poros, con mucho toque que se puede acercar al Post Punk, pues los teclados casi barrocos por momentos no los podría meter yo dentro de los postulados Punk más puristas.
Aquí hay rabia, juventud, fuerza y, para mí, más que muy buenos temas, frescos y rebosantes de energía, que los hay, hay muchos recuerdos.
Los recuerdos de ese despertar musical, cuando absorbías como una esponja. Que te gustaba porque sí. No por ser moderno. Simplemente disfrutabas al escucharlo. Y a pesar de tener aparatos reproductores mono y simples, a cada escucha ibas encontrando destalles que no habías apreciado la vez anterior.
Ese pequeño y corto periodo de tu juventud en que no te importa combinar cualquier estilo, que no tienes pudor musical.
Y ese mismo periodo vuelve a aflorar para quedarse cuando ya tiene cierta edad para quedarse definitivamente, porque te la pela, y mucho, lo que opinen los demás.
Tank, Nice ´n´ Sleazy, Sweden, In the Shadows y, en definitiva, todas son más que agradables de escuchar, porque a mí a si me lo parece, y sigo disfrutando cuando las escucho.
El disco se grabó en el año 78, y la producción estuvo a cargo de Martin Rushent, que supongo que algo tendría que ver en el resultado final.
Aunque la verdad, para el disco que nos ocupa, y por lo que significa para mí, tampoco es algo que me preocupe.