Director: Mike Hodges
Llegué a Mike Hodges porque por ahí leí que su opera prima, "Get Carter", era una genialidad de las películas de venganza. Y a mí no me pareció tal cosa, es más, la consideré una cinta cansina y sin energía. Pero igual me interesé en la obra de este director, y hace no mucho vi "Croupier", de las últimas películas que ha hecho, y que a pesar de tener más cosas buenas que malas, igual dejaba una sensación agridulce al final. No muy diferente a lo que me pasó ahora con "The terminal man", adaptación de la novela homónima que ha sido lo mejor que le he visto a Hodges, pero que adolece de los mismos problemas que le he reprochado varias veces, principalmente aquellos provenientes del guión. ¿Un adjetivo? Nada que se me ocurra por el momento, pero sé con seguridad que algo le faltó a "The terminal man" para ser mejor película.
Harry Benson es un hombre con impulsos violentos e incontrolables causados por un accidente de tránsito. Unos doctores ven en él el sujeto perfecto para experimentar, poniendo como meta erradicar sus impulsos violentos y hacer que su vida vuelva a la normaldiad ¿Qué tan bien saldrá el experimento ese? Hay máquinas implantables de por medio...
Las similitudes con "A clockwork orange" de Stanley Kubrick se me hacen imposibles de esquivar, aunque naturalmente pequeños detalles separen una obra de otra. ¿La similitud? La meta de erradicar los crímenes violentos de la sociedad mediante la represión de los impulsos violentos en el individuo propenso a la violencia -qué manera de usar repetidamente una palabra, dios-. ¿Los detalles disonantes? Que en la genial obra de Kubrick, el sujeto de prueba es sometido a un proceso de condicionamiento pavloviano -piensa en violencia o sexo, ¡shazam!, malestar y se acaba todo-; mientras tanto, en la cinta de Hodges los doctores planean implantarle una máquina al sujeto de prueba para que ésta, en conjunto con una gran computadora, bloqueen los ataques de incontrolable violencia que invaden mediante señales biológicas y de manera involuntaria al pobre diablo... es decir, prácticamente lo mismo, salvo por el pequeño detalle de la máquina, convirtiendo esto en un embrollo más cercano a lo cyborg. En "The terminal man" el conflicto reside, al igual que en la obra de Kubrick, en que el hombre no sería verdaderamente un hombre... porque su capacidad de elección estaría anulada, en el caso de la distopía de Kubrick; y porque una máquina es quien controla/domina al sujeto, en el caso de la presente película. Pero ojo, Hodges no se va por el lado filosófico del asunto, no por la libertad y la moral como pilar fundamental de nuestra conducta sino por el de la paranoia ante el rol de las máquinas en la sociedad; de hecho, el protagonista que es puesto a prueba piensa que las máquinas eventualmente acabarán dominando al hombre. Entonces, "The terminal man" es más una crítica feroz hacia la tecnologia moderna y el excesivo poder que se le irá dando en vez de un tratado y apología de la libertad de acción y elección... para ilustrar las diferencias, dos preguntas, ambas provenientes de cada cinta en cuestión: (1), el cura de "A clockwork orange" pregunta -no recuerdo si a una audiencia o a una persona en particular- si Malcolm McDoweel es verdaderamente humano al privársele de su libre discernimiento conductual, restando valor a su moral y pensamiento ético; (2), un periodista le pregunta a uno de los médicos involucrados si ese experimento que llevan a cabo no es en realidad un vil control mental -y antes hay un médico disidente que fustiga a sus colegas por intentar convertir al protagonista en una máquina como las que tanto teme-. Con eso se aclara todo, creo yo.
A fin de cuentas, estamos hablando de control, pero dos algo contrapuestos... en fin... No dejo de insistir en que las diferencias no dejan de ser sutiles, y sin embargo ahí están; y las hago notar para dejar más o menos aclarado el camino por el que intenta avanzar Hodges y su "The terminal man", camino primeramente notorio y seguro pero luego timorato y demasiado revuelto para su propio bien.
Ahora bien, me dirán que no tiene nada de malo que "The terminal man" vaya por derroteros diferentes a los de "A clockwork orange" aún cuando comparten casi la misma estructura dramática -experimento, ¿resultados?, consecuencias-, a lo que yo responderé que están completamente en lo correcto. El problema es que Mike Hodges se desvía de su objetivo hacia el lado más humanista de Kubrick y termina perdiendo el norte, el tono, el ritmo y el interés: pierde su sentido. "The terminal man" es muchísimo mejor película cuando Hodges explora eso del control mental, de la tecnología invadiendo el cuerpo y la mente -la escena en que inducen estados al protagonista es impactante y potentísima-, pero luego se echa todo a perder cuando se introduce en el relato el inusitado deseo de Benson de ser libre -siendo que él propició todo en un inicio: firmó papeles-, de quitarse las cadenas de la ciencia y el progreso socio-tecnológico. Eso de la cirugía y el experimento se olvida y la película acaba siendo una lenta agonía, cansina y previsible, además de poco lógica -¿en serio Benson no vino venir el desenlace?-. Digo, igual la consecuencia queda demostrada y todo -el hombre que es víctima del dominio tecnológico-, pero la reflexión a la que Hodges invitaba pierde poder incluso con lo explícito y tajante del final.
Dicho de manera más simple, para lo frío que suele ser Hodges para filmar -nada malo en esto, al contrario, le queda como anillo al dedo-, tratar de forzar tanto sentimentalismo y humanidad a un relato eminentemente robótico -como si en "2001" Kubrick hubiese hecho que el gran conflicto de HAL fuera que el pobre se preguntase por qué nadie quiere ser su amigo... no procede- es equivocar el punto de vista. Hodges debió haber sido más concreto y práctico a la hora de mostrar el porqué no es bueno intentar controlar el cerebro y conducta humana mediante máquinas -y su amenanzante inteligencia artificial-.
Lo que es indudable es la excelente dirección de Mike Hodges, con un sentido de la imagen envidiable, llena de lenguaje. Además de saber narrar muy bien a través de la imagen -en esta película en particular dicha cualidad es sobresaliente-, el director ejerce su labor con mano y pulso firme, dueño de un tempo impecable que deja a la imagen y al relato respirar, construirse fluidamente. Además, dirige con mucha elegancia, precisión y suavidad. La excepción sería "Get Carter", que aunque es mala aún así ya daba señas de su habilidad... pero sin destacar poderosamente. Por desgracia, sobre todo en este caso, Hodges no logra equiparar lo notable director que es con su faceta de guionista, bastante normalita -y si nos ponemos criticones, pudo haber elaborado personajes más profundos; eso sí, la ambientación está bastante buena-. Y como no logra armar un excelente guión, cuando el relato comienza a perder el rumbo y el sentido, Hodges igual ve mermada su habilidad visual, mucho más en lo narrativo de ésta que en su aspecto más formal y estético, siempre pulcro y destacable. Es una lástima que Hodges se entorpezca a sí mismo, pero qué se la va a hacer...
Con todo, pienso que "The terminal man" es una película sumamente recomendable y de una calidad más que reivindicable. Quizás no habrá acabado de dar el golpe final, de hacer que todo lo construido en la primera mitad tomara tintes más sombríos y memorables -cuando el material estaba ahí, al alcance de la mano-, pero igualmente su visionado es una experiencia interesante e importante, especialmente considerando la época en que se hizo, llena de grandes aportes a lo que sería el futuro que ahora nosotros estamos (sobre)viviendo: la permanente lucha para no ser succionado por el disimulado control social/mental... Estos directores tenían razón sobre las máquinas, aunque no sabían que unas más pequeñas y aparentemente inofensivas iban a ser el principal agente dominador.
Y ya nos vamos. No dejen de darle una oportunidad a "The terminal man", no quedarán nada indiferentes... ni ante el mensaje ni ante la película... y eso no es nada desdeñable.