The thing itself es una novela de ciencia ficción del autor británico Adam Roberts.
Compré este libro pensando que tenía relación a la película de John Carpenter. No la tiene.
Adam Roberts es un critico literario y escritor, hace causticas reseñas en The Guardian y no es un autor muy conocido por el fandom en nuestro idioma, pues solo se han publicado algunas parodias escritas por él, bastante pésimas.
Sin embargo Roberts se ha hecho de un nombre, al menos en su país, pues ganó el Premio British Science Fiction Association por su novela Jack Glass. La última novela que leí de el fue Bete, el año pasado.
Pienso que The Thing itself es la mejor novela que ha escrito Roberts y ha llegado al punto exacto de mezclar especulación científica y personajes empáticos, con una trama central muy llamativa.
Charles Gardner y Roy Curtius son dos jóvenes astrofisicos aposentados en una base científica ubicada en la Antarctica, ellos realizan estudios parecidos al SETI, con el fin de buscar vida extraterrestre. Esto ocurre en 1985.
Charles es un prometedor científico, extrovertido y con una mente curiosa. Roy es lo contrario, solitario y meditabundo. Charles recibe cartas de su familia y amigos semanalmente, mientras que Roy no recibe correspondencia. Sintiendo lastima por su amigo, Charles le ofrece venderle una de sus cartas, al azar y sin abrirla, por diez libras esterlinas. Este evento tiene repercusiones en el futuro de los dos hombres.
Roy esta obsesionado con un tratado de Immanuel Kant, Critica a la razón pura, y tiene una descabellada idea que le da vida al libro. El universo es como es debido a nuestra percepción, el espacio y el tiempo no existen sino como mecanismos del inconsciente para interpretar el Ding an Sich de Kant, The thing itself, La cosa en si, la realidad última que no puede ser mediada a través de nuestros sentidos o conceptualizaciones, y por lo tanto es inefable. Si fueran religiosos, le llamarían a esto Dios.
La relación de los jóvenes se deteriora, con consecuencias terribles para los dos. Cuando son rescatados y trasportados de regreso a Inglaterra, Charles se convierte en un alcohólico y Roy es trasferido a un sanatorio mental. Las cicatrices mentales del "encuentro" en el Antártico no se pueden curar.
Esto es sólo el principio de la novela, pues la trama principal trascurre en el año 2017, Charles tiene una desafortunada vida como recolector de basura y Roy se encuentra recluido todavía. Hasta que Charles recibe la oferta de un misterioso instituto científico, quienes desean demostrar empíricamente las teorías de Roy.
El ritmo del libro es tremendo, frenado por los intermedios que Roberts añade en medio de cada capitulo, son algunos relatos cortos que a primera vista no tienen relación a la trama, aunque al final ayudan a resolver el rompecabezas.
La novela no es perfecta, tiende mucho a lo experimental, algunos capítulos son narrados en un stream-of-conscience que distrae, las ideas de Roberts, si no son compartidas por el lector, suenan como a pajas mentales increíblemente exageradas, un solipsismo exacerbado, pero la prosa de este autor, en mi opinión nunca había brillado como en esta novela.
Adam Roberts puede ser juzgado de pedante, pero se necesita valor para producir una obra de esta magnitud. Si están en la misma frecuencia de Greg Egan o Peter Watts, pueden disfrutar de esta obra también.