En el centro de The Unpolished, la película que vamos a ver esta noche en Primer Plano, hay algo parecido a una familia: una madre, una hija adolescente, gente joven que duerme en pleno día o deambula por una casa que nadie sabe bien de quien es. Cada tanto salen, rompen un vidrio en una casa deshabitada, roban cosas sin valor, dejan mensajes vagamente didácticos ¿son vagabundos? ¿Son squatters? ¿son dreamers? Y en el centro de esa comunidad extraña, ligeramente narcotizada, hay una chica que busca otra cosa. Se llama Stevie y es la protagonista absoluta de The Unpolished, la película de Pia Marais que se llevó premios en el Festival de Rotterdam y en el Bafici del 2007.
Lejos del anarquismo explícito de los educadores The Unpolished comparte con el film de Hans Van Hunter, el interés por un fenómeno muy contemporáneo: las formas de existencia alternativas, los estilos de vida y de convivencia que hoy, en pleno siglo XXI, heredan y reivindican la tradición contra-cultural que arrancó en los años sesenta del siglo XX. Si hay algo que no pueden reprocharle a la directora de The Unpolished es tocar de oído. Pia Marais fue a una escuela waldorf, tuvo padres hippies y creció en un hogar encuadrado en el alternativismo. “Crecí en el caos, en la falta de límites físicos, mentales y afectivos” dijo alguna vez. La experiencia material, cotidiana de vivir flotando en ese limbo sin puntos cardinales es, quizás, una de las impresiones mas intensas que trasmite la película de Marais.Otra, al mismo tiempo individual, generacional e histórica es el retrato de Stevie, hija de una filosofía de vida que no eligió. Una adolescente doblemente descolocada, que odia el caos como nada en el mundo y trata de conjurarlo contándose cuentos de hadas, fábulas donde las madres cocinan, los padres trabajan en oficinas y las niñas juegan con muñecas y no se hacen preguntas.