
"No más lágrimas ahora, pensaré en la venganza"
María, Reina de Escocia
Cuando se mezclan la Nikita de Luc Besson, los doramas (telenovelas asiáticas) y el cine de acción surcoreano, lo que nos deja como resultado es La Villana, un frenético thriller de venganza, y coreográficas e imposibles secuencias de acción, en las que una joven mujer e implacable asesina, recibe una segunda oportunidad por parte de una agencia policial, que la mantendrá escondida pero preparándola para hacerle aún más eficiente, como agente del estado surcoreano. Aunque la explicación parece sencilla, el guión de ésta como la puesta en escena, es tan confusa como dinámica, donde las cirugías plásticas, muertos revividos,dobles agentes y actrices de teatro asesinas, tienen lógica y cabida; o por lo menos, es lo que parece proponer Jung Byung-gil, un director que viene de la Escuela de Acción de Seúl, y que con este, su segundo largometraje, ha sido bien recibido dentro del contexto de este (sub)género.
La película que tiene un inicio "trepidante", es una cámara subjetiva, la de la asesina y protagonista, que mata a diestra y siniestra a una serie de mafiosos,recordando un poco al corto Bad Motherfucker (Illia Nayshuller) y a los juegos de video; secuencia que se debe reconocer por sus apartados técnicos y emocionante desarrollo; sin embargo, cuando la chica es atrapada por la policía, la película vira a una especie de telenovela surcoreana, con varias escenas extrañas y un entramado engañoso, propio del cine de espías, para finalmente retornar a la violencia descabellada y coreográfica.
