Con la conclusión de su séptimo capítulo, termina la primera parte de la segunda temporada de The Walking Dead, serie basada en el cómic homónimo de Robert Kirkman y Charlie Adlard que no regresará hasta Febrero de 2012 con los seis capítulos restantes.
Las sospechas iniciales se han cumplido y ha quedado demostrado cómo la serie ha perdido el rumbo. Después del éxito de audiencia y crítica de su primera temporada, los directivos del canal AMC decidieron prolongar la segunda entrega a trece episodios, lo cual se ha traducido en una sucesión de capítulos huecos con conversaciones vacías en las que la trama no avanza. Así, brilla por su ausencia el aumento de acción e intriga que cabría esperar teniendo en cuenta lo que sucede a partir del segundo volumen del cómic.
La fidelidad respecto al recomendable cómic es otro de los aspectos que tener en cuenta: en la primera temporada quedó claro que los productores y guionistas de la serie tomaban como base las líneas argumentales del cómic introduciendo cambios y suprimiendo personajes; pero en la segunda temporada los cambios con respecto al original son cada vez mayores y afectan considerablemente al desarrollo de las tramas y el tratamiento de los personajes, por lo que podemos hablar de "otra versión" del apocalipsis zombi ideado por Robert Kirkman, Tony Moore, Charlie Adlard y Cliff Rathburn.
La falta de fidelidad sería perdonable si por lo menos funcionara como ficción televisiva, pero la serie ni siquiera puede presumir de ello. En estos siete capítulos los guionistas han recurrido a artimañas dignas del culebrón con tal de alargar la trama y mantener a los espectadores pendientes del televisor cada semana. Se suceden las conversaciones ligeras, carentes de tensión, y los personajes aparecen desdibujados, con cambios constantes a la hora de tomar decisiones que reflejen su carácter y comportamientos totalmente alejados del cómic: Rick no es el líder que finge estar seguro de sí mismo para tranquilizar al grupo, es sencillamente absurdo en lo que han convertido al personaje de Shane, y el tratamiento de la desaparición de Sophia ha resultado forzado y sin dramatismo alguno; de hecho, el único personaje medianamente interesante ha sido Daryl, que curiosamente no aparece en los cómics. Además, la segunda temporada pierde espectacularidad en comparación con la primera al trasladar la acción de una gran ciudad desierta al ámbito rural.
El abandono de la serie por parte del cineasta Frank Darabont por conflictos con los directivos de la AMC pone en duda que la segunda mitad de esta temporada vuelva a convertirse en la ficción de calidad esperada. De momento, estos primeros siete episodios no han conseguido ni estar a la altura del cómic original, ni ofrecer un espectáculo digno de hacer frente al resto de propuestas del panorama actual de la ficción televisiva.