'The Warden' ('El Custodio'), de Anthony Trollope

Publicado el 28 junio 2018 por Carm9n @Carmenyamigos
No lo puedo evitar, ni lo pretendo. Me gusta Anthony Trollope. Me entretiene mucho la lectura de sus novelas. Obviamente no negaré que ni sus personajes, ni sus tramas, ni la humanidad que desprenden sus historias igualan a las de su contemporáneo Dickens, pero sus novelas resultan un  modo de escape hacia la Inglaterra del siglo XIX sumamente gratificante.De este autor ya están reseñadas en el blog La señorita Mackenzie yO'Conors of Castle Conor, County Mayo y hoy le toca el turno a The Warden, la primera de las novelas de la serie de Barchester (The Chronicles of Barsetshire). La Iglesia como institución, su generosidad y espíritu caritativo se ponen en tela de juicio en esta novela. Nada se trata aquí, sin embargo, de cuestiones de fe, creencias o credos. Es la buena administración del asilo de Hiram, una fundación del siglo XV adjunta a la catedral de Barchester, lo que el joven cirujano John Bold pone en duda. Los ingresos de esta fundación han ido aumentando con el paso del tiempo pero no así la asignación para los gastos de cada uno de los doce ancianos varones a los que se les proporciona cobijo en el asilo por lo que Bold no ve claro estos asuntos financieros de la Iglesia y exige una contabilidad pública. 
"(…) but Bold is a strong reformer. His passion is the reform of all abuses: State abuses, Church abuses, corporation abuses (…), abuses in medical practice, and general abuses in the world at large."
En esta época el periódico estaba en pleno apogeo y es este medio, el Jupiter,el que utiliza Bold para expresar su puntos de vista a la opinión pública atacando a la Iglesia y sus prerrogativas y a la figura del Custodio del asilo. 
El reverendo Septimus Harding, un anciano clérigo enamorado de la música, que toca el violonchelo y que vive cerca del asilo con su hija menor, Eleanor, es el Custodio. Es él la figura más directamente atacada y, sin embargo, la más humilde, bondadosa y honesta de todas las que aparecen en la novela. En contraposición, crea Trollope al archidiácono Grantly- hijo del obispo y casado con Susan,  la hija mayor de Harding- un personaje prepotente, de descomunal ego y nada dispuesto a renunciar a los privilegios clericales. 
Esta trama inicial se ve complicada. Bold ataca a Harding como Custodio pero lo admira y respeta personalmente y además está enamorado de su hija Eleanor y Eleanor, por otro lado, ama y odia ahora a partes iguales al hombre que se atreve a tratar tan injustamente a su padre.  Todos acaban dudando, sin saber a qué lado inclinar la balanza; todos a excepción de Septimus Harding, hombre de moral inquebrantable que, en su honestidad y evidenciando escrúpulos de conciencia, reconoce que Bold puede tener razón en sus planteamientos.
Y en este día a día de acciones y reacciones, al ritmo lento y pausado de la vida en una pequeña ciudad de provincias como Barchester, con personajes muy bien retratados, con toques de humor al más puro estilo trollopiano, se va dilucidando y aclarando la trama de esta novela. A los lectores actuales puede parecernos quizá un tanto meliflua la crítica clerical pero, sea como se, es esto lo que Trollope nos ha querido contar. Y se disfruta. Se disfruta mucho
“In this world no good is unalloyed, and . . . there is but little evil that has not in it some seed of what is goodly.”
Y para acabar no quisiera desaprovechar la ocasión para recomendar la serie de la BBC de 1982 sobre esta novela (primero y segundo episodios) y  sobre la siguiente de The Chronicles of Barsetshire, The Towers of Barchester. Ver a Donald Pleasence, Nigel Hawthorne o a un jovencísimo Alan Rickman es siempre un placer.  


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