Destinies entwined empieza de forma apabullante el álbum, con rotundidad y contundencia, destilando rock por los cuatro costados, con el órgano abriendo el sonido, para que entre Mike con la letra y desarrolle una melodía potente llena de cambios de ritmo y un estribillo potente. November tale fue el primer single extraído del disco, un tema de corte más clásico y a medio tiempo, donde instrumentos como violín y teclados tienen más protagonismo, pero aquí un puente maravilloso y una letra preciosa desatan ya el amor por el tema, pero en este punto es donde Mike como cantante gana muchísimo con el paso del tiempo, qué gran intérprete, desechando ecos utilizados en el pasado. Still a freak es posiblemente una de las joyas más brutales de la banda en 20 años, con un sólo mandón de guitarra sideral, guitarra rítmica destacada, órganos incendiarios que desarrollan lo que para el grupo es un blues, es decir, algo pesado y machacón en el ritmo, más otra interpretación de altura de Mr.Scott, bestialidad de tema donde el violín tiene también su momento de grandeza. I can see Elvis es una maravilla que arranca con un precioso riff de guitarra y abre el tema al resto de instrumentos, tratándose de otro medio tiempo que da aire al trabajo, a la vez que la letra hace su homenaje al Rey del Rock, qué delicia de tema por dios. The girl who slept for Scotland es el momento bajo del álbum, no todo puede ser genial, a pesar de que vuelve al estilo más folk de la banda, pero es un tema crepuscular situado a la mitad, sin demasiado empaque. Rosalind (You married the wrong guy) vuelve a la senda que había marcado el disco en su primera parte, con órganos incendiarios, guitarras rockeras, además de un batería excelso, pero aquí los coros femeninos dan un toque soul de cagarse por la pata abajo, bestial. Beautiful now me parece un single descomunal, de esos que ya no se hacen, melodía acojonante, estribillo adictivo y desarrollo descomunal. Nearest thing to hip podría ser el cierre del disco con ese aire jazzístico y a lo Van Morrison, con esos vientos tan del irlandés. Pero Mike coloca la gran traca final en último lugar, ese Long Strange Golden Road, rock a espuertas, teclados mandones junto a las guitarras, otra vez interpretación soberbia del jefe y un tema que con las escuchas me parece más y más grandioso, vaya manera de terminar un álbum, sólo los más grandes tienen esa virtud. 10 minutos y pico de deletie, de orgasmo rock, de grandeza.
En definitiva un disco alucinante de Mike Scott y sus acólitos, que hará que vaya a verlos en vivo con los ojos cerrados, ya que en directo puede ser mortal verles interpretar este disco y disfrutarlo como se merece.
Os dejo con ese tremendo Long Strange Golden Road.