A lo que iba, que tengo el pack en casa y empiezo a verlo. Primer capítulo, Barlet (Martin Sheen) choca con su bicicleta contra un árbol. Y poco a poco vas conociendo a los personajes que asesoran al presidente y que pueblan la Casa Blanca. Está Josh, Sam, Toby, C.J, Leo. El equipo que intenta mantener el equilibrio y sacar adelante el día a día de la política norteamericana. Tenemos a Charlie, Donna, la primera dama, la hija del presidente, el vicepresidente, Margaret, Danny. Personajes que aportan dinamismo a las historias y que siempren resultan interesantes.
Y cuando quiero darme cuenta ya estoy con la segunda temporada. Tras el traumático final de la primera no podía parar, tenía que saber que sucedía y de paso descubrir como el equipo se conformó y empezó a trabajar para Barlet. Mientras mi corazón se encontraba en el hospital con Josh, admiraba la entereza con la que los demás personajes continuaban trabajando. Hay un algo casi mágico en The West Wing. Todo encaja, todo fluye, nada sobra y no tengo la sensación de que me están contando algo sino de que lo estoy viviendo. De que estoy allí, recorriendo los pasillos y los salones de la Casa Blanca. De que Donna me trae un café y de que veo al pez de colores de C.J. Se palpa la tensión de los personajes, la emoción traspasa la pantalla y te llega. Es la mezcla de grandes diálogos, buenas interpretaciones, historias coherentes, personajes bien construidos.
Ahora me arrepiento de haber dudado y me alegro de poder disfrutar de The West Wing a mi ritmo. Ya os iré contanto, en esto momento estoy viviendo mi particular historia de amor con los personajes de la serie. Desde hace cuatro días amo a Allison Janney y a Bradley Whitford; o mejor dicho, amo a C.J y a Josh.
Ahora toca descansar pero mañana será otro día y volveré a recorrer el ala oeste de la Casa Blanca con una sonrisa de oreja a oreja.