The Woman in the Window: Los peligros de dejarse envolver por la tentación.

Publicado el 04 marzo 2015 por Fantomas
“The Woman In The Window” (1944), es una cinta de cine negro del director Fritz Lang, la cual está protagonizada por Edward G. Robinson, Joan Bennett y Raymond Massey.

Con su esposa e hijos fuera de la ciudad, el profesor universitario Richard Wanley (Edward G. Robinson) se enreda en un inocente flirteo con Alice Reed (Joan Bennett), una mujer a la que conoce por azar, y sin querer comete un crimen terrible. Pero sus problemas no han hecho más que empezar, pues a medida que el astuto fiscal de distrito Frank Lalor (Raymond Massey) se acerca a la solución del crimen, Wanley descubre que está dispuesto a tomar medidas desesperadas con tal de evitar que lo atrapen.



Tras finalizar el rodaje de “Ministry of Fear” (1944), el director austriaco Fritz Lang comenzó a trabajar en lo que sería su próximo proyecto. En aquel entonces, el guionista Nunnally Johnson, quien había trabajado en varios films de John Ford incluyendo “The Grapes of Wrath” (1940), había confeccionado un guión basado en un bestseller de J. H. Wallis titulado “Once off Guard”, con la intención de llevarlo a la pantalla grande a través de la compañía independiente de producción que recientemente había formado. Dicho guión rápidamente llamó la atención de Fritz Lang, a quien además de la historia, también le atraía la idea de trabajar alejado de los grandes estudios, ya que eso le significaba gozar de una libertad creativa que escaseaba dentro del sistema de filmación hollywoodense, y además le otorgaba la posibilidad de viajar a Nueva York con el objetivo de visitar locaciones que lo ayudasen a construir sets lo más auténticos posible. Según la entrevista que Lang le otorgó a los periodistas Charles Highman y Joel Greenberg para el libro “The Celluloid Muse: Hollywood Directors Speak”, una de las cosas que inicialmente le molestó del guión de Johnson, era el hecho de que todos los papeles masculinos habían sido escritos para hombres viejos. Con el objetivo de introducir a alguien relativamente joven dentro del elenco masculino, Lang convenció al productor de contratar a Dan Duryea, con quien había trabajado en “Ministry of Fear”. Por otro lado, el director también se tomó la libertad de cambiar el final de la historia, en parte aludiendo a ciertas directrices impuestas por el infame Código de Producción, utilizando según él “un truco tan viejo que casi parece algo novedoso”, y que tiene directa relación con el mundo de los sueños.

“The Woman In The Window” se centra en el veterano profesor de psicología Richard Wanley. El mismo día que su familia se va de vacaciones, Wanley decide asistir a un club de caballeros para reunirse con sus dos mejores amigos, el fiscal de distrito Frank Lalor y el Doctor Michael Barkstane (Edmond Breon). Cuando va de camino al club, Wanley no puede evitar detenerse a admirar el retrato de una bella mujer que se encuentra en exhibición en la vitrina de una tienda. Este hecho en particular desencadena que los tres amigos bromeen con la mujer del cuadro, y con la idea de tener una aventura amorosa que es precisamente lo que ella representa. Aun cuando Wanley admite extrañar la excitación y la libertad propia de la juventud, concuerda con sus amigos que a su edad es preferible llevar una vida tranquila sin mayores complicaciones. Tras una apacible noche de lectura, Wanley abandona el club para detenerse nuevamente a admirar el retrato. De pronto, en la vitrina vislumbra el reflejo de una hermosa mujer, la cual para su sorpresa es la misma muchacha que posó para el retrato. Su nombre es Alice Reed, y luego de presentarse, invita al buen profesor a tomarse una copa. Dejando de lado el sentido común, Wanley acepta y eventualmente termina en el departamento de la muchacha. Para su sorpresa, su breve aventura termina cuando súbitamente en el departamento aparece el novio celoso de Alice, quien tras abalanzarse contra Wanley, es asesinado en defensa propia por el profesor. Esto será solo el principio de su pesadilla, ya que para evitar que la policía lo atrape, Wanley se verá obligado a tomar una serie de medidas desesperadas que no parecen mejorar demasiado la compleja situación en la que se ha visto involucrado.



Tan solo una vez que el film ha terminado, el espectador es capaz de apreciar la real importancia de la primera conversación que el protagonista mantiene con sus dos amigos. En gran medida, todas las situaciones en las que se ve envuelto Wanley son consecuencia directa de los peligros de sucumbir a la tentación. Aun cuando Alice Reed no responde al estereotipo de la femme fatale, para el protagonista ella simboliza sus deseos más prohibidos. Es por este motivo que una vez que él acepta su invitación, su destino está sellado. Inevitablemente, Wanley está condenado a confrontar el mal que supuestamente todos llevan dentro. Curiosamente, este proceso gradual comienza con un homicidio absolutamente justificable. Desde ese punto en adelante, cada una de las decisiones que toma Wanley resultan ser entendibles y condenables por partes iguales. Y es que él no desea ver su vida destruida, por lo que decide no dar aviso a la policía del incidente. Esta decisión es extremadamente significativa debido a que Wanley pasa de proteger la existencia de su vida, a proteger las circunstancias que rodean su vida. Este giro es crucial moralmente hablando, ya que posiciona al protagonista en un camino sin retorno, en el cual se muestra dispuesto a convertirse en un criminal con tal de proteger su reputación y su estatus social. Alice Reed lo acompaña en sus decisiones exactamente por las mismas razones, lo que perpetúa la culpa compartida que ella detonó cuando le acercó las tijeras con las cuales el profesor asesinó a su atacante. La eventual aparición de Heidt (Dan Duryea), el guardaespaldas del hombre asesinado, cuyo único objetivo es chantajear a la pareja, termina por reforzar la idea de que las circunstancias han convertido a Wanley en un criminal premeditado, ya que su experiencia y su conocimiento de la psicología le dicta que la única forma de deshacerse de tipos como Heidt es asesinándolos.

“The Woman In The Window” puede ser considerado como un profundo y cínico ataque contra los cimientos del género del thriller. La temática del film constituye una interesante exposición del llamado thriller subjetivo, cuyas características fueron definidas por directores como Alfred Hitchcock y Fritz Lang. En las películas de dichos directores, es común encontrarse con un protagonista que lleva una vida común y corriente, hasta que cierto día por diversos motivos termina siendo arrastrado a un mundo caótico dominado por el peligro y la maldad. Cuando el film se revela como la manifestación de la pesadilla de Wanley, el espectador se da cuenta que el supuesto destino del protagonista no es más que una artificiosa manifestación de sus propios miedos neuróticos. Una vez entendido el mecanismo psicológico al cual se somete Wanley, el espectador no puede aceptar su destino como algo válido. De hecho, tomando en cuenta la naturaleza conservadora del protagonista, incluso se podría argumentar que soñó toda la increíble sucesión de acontecimientos que relata el film solo para justificar su miedo a la libertad. Quizás por este mismo motivo, no resulta extraño que él considere su constructo onírico como una prueba fehaciente de sus miedos, cuando en verdad es solo una manifestación de ellos. El mismo tipo de pensamiento circular invade al espectador de los llamados thrillers subjetivos. Dichos films apelan a los miedos neuróticos de la audiencia al mismo tiempo que satisfacen su sed de aventuras. Curiosamente, a causa de esto el espectador ve reforzados sus miedos, y por ende sigue coartando sus deseos de libertad. El cine al igual que los sueños, no pueden ser tomados como verdades absolutas debido a la engañosa función psicológica que desempeñan. Esta es la verdad subversiva que está implícita en el sueño de Wanley, y que le otorga a “The Woman in The Window” una ironía estructural sumamente significativa.



Además de la innegable destreza como director de Fritz Lang, el film funciona de buena manera debido al magnífico trabajo del elenco participante. Edward G. Robinson no solo es capaz de proyectar la frustración de su personaje con su edad y las obligaciones que esta conlleva, sino que además construye con éxito un personaje que pese a su ambigüedad moral, logra despertar la simpatía del espectador, quien no puede evitar pensar que al igual que Wanley, todo el mundo está expuesto a verse envuelto en problemas de diversa índole a raíz de una mala decisión. Joan Bennett por su parte, interpreta de manera espléndida a una mujer que sin ser una femme fatale, termina funcionando como una. Alice Reed no busca fortuna ni poder, ni tampoco deshacerse de su novio celoso, sin embargo termina envuelta en el asesinato de quien es su pareja, en el encubrimiento de dicho crimen en donde su cómplice es un hombre casado, y en una trama de chantaje cuya única solución parece ser la ejecución de otro asesinato. Aun cuando su principal motivación es la conservación de su estilo de vida, Alice actúa con una peculiar nobleza cuando Heidt aparece en su vida y en la de Wanley para chantajearlos, y logra establecer con el profesor una relación de mutuo apoyo y confianza. Por último, cabe destacar la labor de Dan Duryea, quien interpreta de manera soberbia al villano de turno, un hombre sin ninguna clase de escrúpulos que no solo busca conseguir algo de dinero, sino que también desea quedarse con la chica. Por otro lado, en lo que se refiere al aspecto técnico del film, este cuenta con el gran trabajo de fotografía de Milton R. Krasner, y con la efectiva pero olvidable banda sonora del compositor Arthur Lange.

En gran medida debido al giro dramático final de la cinta, ésta en su momento fue vapuleada por gran parte de la crítica especializada, a lo cual Lang no le dio demasiada importancia. En el libro “Dark City: The Film Noir” del autor Spencer Selby, “The Woman in the Window” es descrita como “la primera de un par de importantes pesadillas de clase media realizadas por Fritz Lang”. La segunda sería la cinta titulada “Scarlet Street” (1945), la que debido a su mayor crudeza terminó opacando a su “hermana mayor”, y la cual hoy en día es considerada como una de las obras imprescindibles del cine negro. Pese a eso, “The Woman in the Window” posee méritos suficientes como para brillar por sí misma, al punto que incluso se podría argumentar que es una obra cuya influencia dentro del género es mucho mayor que la ejercida por “Scarlet Street”. Independiente de la superioridad de una u otra cinta, luego del par de pesadillescas obras de Lang, la línea divisora entre el bien y el mal existente en los thrillers criminales norteamericanos nunca volvería a ser la misma. Y es que lo que por mucho tiempo había sido parte de una idea clara y concreta, de súbito se transformó en un portal fatal que cualquiera con deseos normales o reprimidos podía cruzar.



por Fantomas.