20 años después de una épica juerga nocturna, cinco amigos se reunen por obra de uno de ellos: Gary North, un cuarentón agarrado a su adolescencia, que arrastra a sus amigos a su ciudad natal. Pero mientras intentan llegar al bar soñado, "El fin del mundo", descubrirán que está en juego el futuro de la humanidad.
Con The World's End (Bienvenidos al fin del mundo), el director británico Edgar Wright cierra la trilogía artística compuesta por Shaun of the Dead (Zombies Party) y Hot Fuzz (Arma fatal), digo artística, porque argumentalmente no guardan relación.
Las tres partes apodadas como Three Flavor Cornetto Trilogy (aka Blood and Ice Cream trilogy), sobrenombre que nació durante la promoción de Hot Fuzz, cuando alguien señaló a Wright la referencia de los tres sabores recogidos en cada película; strawberry-flavoured Cornetto (fresa) que hace referencia a la sangre y el gore de Shaun of the Dead, blue original Cornetto (azul) que representa al cuerpo de policía en Hot Fuzz, y green mint chocolate chip flavour (verde menta con chispas de chocolate) que hace referencia a los extranjeros y la ciencia ficción en The World's End.
La fórmula parecía estar más que agotada, pero Wright vuelve a deleitarnos con una película que no tiene nada que envidiar a sus antecesoras. Endiablada, rabiosa, divertida, sarcástica e irónica, 'adjetivos' que se pasean con envidiable naturalidad. La película no da tregua, una maratón de gamberradas que nos hace gozar con su humor terriblemente ácido a la par que inteligente. Sin embargo, mi preferida, al menos por ahora, sigue siendo Hot Fuzz. Pero he de reconocer que me han quedado muchas ganas de volver a verla, y no sería de extrañar, que en un futuro mi predilección por ésta llegue a igualarse.
Rodeados de un elenco igual o más peculiar que en las anteriores entregas, el dúo se convierte durante buena parte del film en un consolidado quinteto interpretativo. Compuesto por Simon Pegg como Gary King y Nick Frost como Andey Knightley, y Martin Freeman, Paddy Considine y Eddie Marsan como Oliver "O-Man" Chamberlain, Steven Prince y Peter Page, respectivamente.
Martin Freeman es el actual Bilbo Bolson en El Hobbit, aunque ya participó en Hot Fuzz en un papel menor que en The World's End, el actor se desenvuelve bien en su personaje, un vendedor de pisos que se las da de yuppie y que sufrirá burlas constantes por parte de Gary. Eddie Marsan (Sherlock Holmes) es uno de los mejores del grupo, quitando de Pegg y Frost, claro. Un personaje apocado y tímido, la victima preferida de Gary. Paddy Considine (El ultimátum de Bourne) es quizás el papel que menos juego da de todos, pero igualmente bueno mientras está rodeado de los cinco amigos.
Sin embargo, a medida que avanza la trama el dúo (Pegg/Frost) nacido en la serie Spaced, también dirigida por Wright, se vuelven los auténticos protagonistas del film, algo que ya sucedía en las anteriores entregas y no debería sorprendernos, es más, diría que todos lo esperamos con ansia a lo largo de la película. La pareja dio el salto con Shaun of the Dead y se ha convertido en una de las mejores parejas cómicas de la última década.
Shaun of the Dead parodiaba el género zombie con el motor argumental de una comedia romántica. Impulsada por la novela criminal, estilo Agatha Christie, Hot Fuzz parodiaba un género que de por sí ya lo es, las buddy movies (parejas de policias). En The World's también fusiona géneros, en una clara alusión a la versión de 1978 de La invasión de los ultracuerpos, Wright mezcla la invasión alienígena con las artes marciales, que ofrece algunas peleas deudoras de su anterior film, Scott Pilgrim. Unas luchas perfectamente coreografiadas en espacios tan reducidos como un lavabo público o una taberna irlandesa.
Los efectos especiales son de gran fuerza visual a pesar de ser digitales, totalmente idos de olla, pero no tanto como en Scott Pilgrim. Gozan de un realismo mayor, dentro del contexto de la ciencia ficción que plantea la película, claro. El guion escrito por Pegg y Wright no es de una originalidad apabullante, pero sus parte crítica aborda la dependencia a la tecnología que estamos sufriendo de forma inteligente y divertida, con un final de lo más surrealista que veremos en bastante tiempo en una pantalla de cine.
Un cierre, que sin llegar a lo majestuoso, y que a pesar de reutilizar elementos visuales, estéticos y argumentales mediante un esquema similar a sus precursoras, conserva intacta la inteligencia y la diversión de las mismas. Además del doble 'juego' de palabras que solo funcionan en inglés (veremos cómo se las ingenian en el doblaje), como 'pega', le pondría la velocidad con la que hablan sus personajes, impide leer los subtítulos a tiempo en algunas ocasiones, que seguro solucionamos con más de un visionado, aunque no es nada que nos vaya a suponer un problema.
Puntuación