Terry Gilliam consiguió con "Brazil" uno de sus mejores largometrajes gracias a su satírico retrato del capitalismo y a un estilo visual impactante y rompedor que intenta repetir sin éxito en esta película cuyo mensaje de fondo está mucho más claro que la caótica trama principal llena de personajes que deambulan sin rumbo aparente. Lo único que podemos salvar es a un Christoph Waltz pletórico que nos ofrece una actuación totalmente diferente a lo habitual dentro de un histriónico mundo con una estética realmente llamativa que no compensa en ningún momento una confusa historia muy difícil de asimilar. Mi puntuación: 3/10