Thomas Merton. Oh, corazón ardiente

Publicado el 17 junio 2016 por Santosdominguez @LecturaLectores

Thomas Merton.Oh, corazón ardiente.Poemas de amor y de disidencia.Edición y traducción de Sonia Petisco.Editorial Trotta. Madrid, 2016.
Permanece inmóvil, escucha a las piedras del muro. Quédate en silencio, tratan de pronunciar tu 
nombre. Escucha al muro susurrando. ¿Quién eres? ¿Quién eres? ¿A qué silencio perteneces?
Así comienza En silencio, uno de los textos más significativos de Thomas Merton (1915-1968), en la traducción de Sonia Petisco. 
Forma parte de Oh, corazón ardiente, la antología de poemas de amor y de disidencia que publica la editorial Trotta en edición bilingüe preparada por Sonia Petisco, que dedicó su tesis doctoral al estudio de la creación, la crítica y la contemplación en la poesía de Merton.
Una antología bilingüe con la que –como explica Fernando Beltrán en su presentación- “se inicia un nuevo y necesario reconocimiento de la poesía de Thomas Merton, sin la cual sólo sería posible una comprensión parcial de su pronunciamiento profético.” 
Trapense en la abadía de Getsemaní (Kentucky), donde tuvo de novicio a Ernesto Cardenal, y anacoreta en Monte Carmelo, Merton es el místico más importante del siglo XX en Estados Unidos. 
Frente a los límites expresivos de la palabra, su poesía explora el territorio de lo inefable, la música callada o el balbuceo de un vuelo silencioso o la soledad sonora de las ínsulas extrañas que vienen de San Juan de la Cruz y dieron título a uno de sus libros más conocidos, The Strange Islands.
Escritos entre 1940 y 1966, los textos poéticos de Thomas Merton son el resultado de su búsqueda personal y de ese continuo, cambiante y conflictivo diálogo con el mundo en el que Sonia Petisco encuentra la clave esencial de esta poesía en la que la metáfora se convierte en brújula, en instrumento de exploración.
Esa búsqueda, que desde el silencio pasa por la palabra y vuelve al silencio en un viaje de ida y vuelta hacia el despojamiento expresivo y al olvido de sí mismo, se expresa a veces en la suave voz baja de la poesía contemplativa y a veces se convierte en voz apasionada y tempestuosa.
En ese viaje poético y vital, que pasa de la contemplación al diálogo con lo exterior, de lo devocional a la solidaridad, al pacifismo y a la preocupación social, hay desde el origen un conflicto que poco a poco se va resolviendo: entre el silencio y la palabra en un itinerario personal y poético que desde el abandono y la negación del mundo llega al compromiso con los demás.
No es el único conflicto: aunque más limitada en el tiempo, la experiencia desgarrada de un amor tardío durante cinco meses de 1966 se resolvió en la composición de algunos de sus textos más intensos. 
Sutil y contradictorio, su trayectoria es un intento de dar respuestas a dualidades como la relación entre contemplación y escritura, entre palabra y silencio, entre creación y crítica, entre el yo y el  mundo. 
En el reflejo de ese proceso conflictivo y de la voluntad de Merton de superarlo se conjugan influencias muy diversas: ingleses y americanos como Blake y Gerard Manley Hopkins, Whitman y T. S.Eliot, la Beat generation y la teología contemporánea o la  poesía en español de San Juan de la Cruz, García Lorca o Ernesto Cardenal.
Influido por la mística zen, su evolución refleja esa reconciliación de las dualidades conflictivas y su viaje hacia el silencio y el diálogo con el mundo, como en el poema que abría esta reseña, que termina así: 
Oh, permanece inmóvil, mientras estés vivo, y todas las cosas que te rodean están hablando (no las oigo) a tu ser, a través de lo Desconocido que hay en ti y en ellas. 
Procuraré, como ellas, habitar en mi propio silencio: aunque sea difícil. El mundo entero está misteriosamente incendiado. Las piedras arden, hasta ellas me abrasan. ¿Cómo puede un hombre permanecer inmóvil vislumbrando todas las cosas en llama? ¿Cómo puede atreverse a quedarse junto a ellos cuando todo su silencio es fuego?
Alguna vez indicó Merton que sus poemas suenan mejor en español. La espléndida traducción de Sonia Petisco en esta cuidada edición bilingüe es una buena manera de comprobarlo. 
Santos Domínguez