Thor: Ragnarok

Publicado el 07 noviembre 2017 por Diezmartinez
-"Ya grita 'corte', Taika, que me está ganando la risa..."Hacia la mitad de Thor: Ragnarok (Ídem, EU, 2017), el más reciente largometraje de la interminable saga del Universo Cinematográfico de la Marvel, la muchacha que se encontraba sentada a mi lado en el cine le comentó a su novio, en tono dubitativo: “¿Está muy cómica, no?”. No escuché qué le contestó el novio pero la apreciación de la joven era la correcta: la tercera aventura fílmica del dios nórdico del trueno es, en efecto, muy cómica. Yo agregaría, además, que lograda y afortunadamente cómica.   Es cierto que desde sus inicios, con las películas de Iron Man, todas las aventuras de la Casa Marvel poseen, en mayor o en menor medida, ciertos rasgos de comedia, pero también es cierto que en ninguna cinta anterior había fluido el humor de manera tan natural como en este filme dirigido por el ascendente cineasta neozelandés Taika Waititi (hilarante Entrevista con unos vampiros/2014).   Waititi y sus guionistas Eric Pearson, Craig Kyle y Christopher Yost no rehúyen sus obligaciones dentro del Universo Marvel. De hecho, la premisa de Thor: Ragnarok no podía ser más convencionalmente marveliana: el mundo de Thor (o sea, Asgard) es amenazado, primero por cierto enorme dios del fuego y, después, por la ronroneante dominatrix Hela (Cate Blanchett ganándose la papa dignamente), la hermana mayor de Thor y, por añadidura, diosa de la muerte.   Sin embargo, lo que les interesa a Waititi y a sus tres guionistas no es la inminente destrucción del hogar de Thor y de su reaparecido hermano adoptivo Loki (Tom Hiddleston), sino lo que sucede en los intersticios de la historia, repleta de innumerables digresiones cómicas bien interpretadas por un grupo de inspirados actores echando relajo.   Así, el forzudo Chris Hemsworth sigue con su concienzudo esfuerzo de burlarse de sí mismo y de su propio atractivo viril (la escena con el Dr. Strange/Benedict Cumberbatch en la que parece el torpe Inspector Clouseau de Peter Sellers, el encuentro con la Valkiria Tessa Thompson en el que se comporta como un adolescente inseguro), Cate Blanchett suelta varias líneas en tono montypythonesco (“Los ejecutores no solo ejecutan gente, también ejecutan ideas… Bueno, en realidad, la mayoría de las veces nomás matan gente”), Jeff Goldblum se roba cada escena en la que aparece en su papel de villano decadente como de cinta sicodélica de los 60/70 y el propio director Waititi interpreta –captura de movimiento de por medio- a un pobre monstruo hecho de piedra que dirigió una rebelión fallida (“No imprimí los suficientes panfletos”).    De hecho, la estructura narrativa de la película es la de una comedia, en concreto, la de un buddy-movieclásica en la que, por intervalos, acompañan a Thor en sus aventuras su hermano oveja-negra Loki, el “compa del trabajo” Hulk y su alter ego (¿o es al revés?), el Dr. Bruce Banner (Mark Ruffalo, ligerito). El resultado es no solo la mejor comedia que ha hecho la casa Marvel hasta el momento sino, por supuesto, la película que mejor funciona como tal –como película en sí, no como mero episodio de lo que vendrá después- y, además, la cinta visualmente más atractiva de todas las que se han realizado, gracias a la colorida fotografía de Javier Aguirresarobe y al imaginativo diseño de producción de Dan Hennnah y Ra Vincent.No diré que deseo que la Casa Marvel vuelva a contratar a Waititi para la siguiente entrega de Thor; más bien deseo que este inobjetable triunfo del cineasta neozelandés le sirva para levantar más fácilmente sus siguientes proyectos personales. Una película de hombres-lobos, por ejemplo.