—Tiíta, ¿vio que en la tragedia de Orlando había un venezolano?
Tía Amapola me mira sin pestañear, levanta los hombros y los deja caer con dejadez:
—Seguro un escuálido que se fue huyendo de la violencia del rrrrréeeegimen y de la inseguridad. Un maricón menos, mi niño.
—Ay, tiíta, ¿Cómo puede ser tan cruel?
—¿Cruel yo? ¡Si ya están diciendo que el loco ese vivió aquí en Venezuela y que tenia pasaporte venezolano! De nada que salen a decí que hasta amante mío fue, o que es mi sobrino. Pues no, mis sobrinos podrán ser narcos o ladrones pero maricones, jamás.
—A mí me tiene deprimido todo lo que pasa, tiíta. Lo de la señora del Táchira que se ahogó porque intentó pasar la frontera por el río para buscar una medicina en Colombia…
—¡Pero quién la mandó, mi niño! No sabía nadar y se pone a inventá. Esa lo…
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