La siguiente historia presenta la hazaña de Tian Dan (田單) del estado Qi, quien en el 279 a.C., se encontró en apuros en la defensa de Jimo contra las fuerzas Yan, lideradas por Ji Jie. Se trata de un relato presente en el capítulo 82 de Memorias históricas (史記) de Sima Qian.
Varias décadas antes, en el 333 a.C., el estado oriental de Qi aprovechó el luto de Yan para invadir y tomar unas diez ciudades. Aunque al final fueron devueltas, no se olvidó la afrenta. Sin embargo, dos décadas, después la guerra civil causó tal descontento entre la población Yan, que se negaron a defender el estado, permitiendo al rey Min de Qi ocuparlo en el 314 a.C. Persuadido para no anexarlo, en el 312 a.C., el rey Min apoyó la ascensión del rey Zhao de Yan, quien se comprometió a la tarea de revivir el estado derrotado. Cultivando asiduamente su virtud en la moda prescrita, alimentó a su pueblo, buscó hombres con talento, revitalizó el ejército y evitó hábilmente el conflicto con otros estados. Finalmente, impulsado por la arrogancia del rey Min y la reciente conquista del estado de Song, el rey Zhao se embarcó en una campaña para castigar a Qi por su comportamiento depredador.
Habiendo derrotado recientemente ejércitos de Chu y los Tres Jin (los estados de Han, Wei y Zhao, que una vez contribuyeron al gran estado de Jin), atacó Qin, destruyó Song y ayudó a Zhao a acabar con el pequeño estado de Zhongshan. El poder y territorio de Qi era insuperable. Por lo tanto, Yan reunió una fuerza aliada formada por los estados de Han, Wei, Zhao y Qin, e invadió Qi en 285 con Yue Yi (乐毅), famoso hombre de estado y general de la época, como comandante en jefe. La coalición se disolvió poco después de aplastar las fuerzas Qi al oeste del río Ji, aunque los ejércitos Yan siguieron barriendo a través del campo, tomaron la capital, subyugaron varias ciudades y persuadieron a otras para someterse voluntariamente, todo en seis meses. Sin embargo, a pesar de matar al rey Min, dos ciudades Qi resistieron resueltamente las demandas de rendición y las tentadoras promesas de indulgencia de Yue Yi.
No queriendo incurrir en grandes bajas, Yue Yi realizó un sitio virtualmente interminable. Sin embargo, los detractores en Yan atacaron su fracaso para reducir rápidamente las ciudades restantes y le acusaron de querer prolongar su autoridad o incluso de convertirse en rey de Qi. Dado que el rey Zhao, perspicazmente, no creía en estas calumnias, el sitio continuó casi cinco años. Sin embargo, cuando el rey Zhao murió en el 279, Tian Dan, que había sido nombrado comandante en jefe Qi en Jimo por aclamación popular, se aprovechó de los defectos e inexperiencia del nuevo monarca para sembrar la discordia empleando agentes dobles que reiteraron con éxito las mismas acusaciones, resultando en la sustitución de Yue por Qi Jie.
La acción de Tian Dan
Tian Dan dijo abiertamente "Mi único temor es que el ejército Yan pudiera cortar las narices de sus prisioneros Qi y situarlos en el frente para luchar contra nosotros; Eso sería la ruina para nuestra ciudad".
El bando contrario, informándose de su discurso, cumplió su sugerencia; pero aquellos dentro de la ciudad se enfurecieron al ver a sus compatriotas mutilados así, y temiendo que pudieran caer en manos enemigas, se exaltaron para defenderse con más obstinación que nunca.
De nuevo Tian Dan envió a los espías dobles que transmitieron al enemigo estas palabras: "Lo que más me aterra es que los hombres de Yan puedan cavar las tumbas ancestrales de fuera de la ciudad, y, al infligir esta indignidad en nuestros antepasados, provoque que nos volvamos pusilánimes".
En el acto los asediadores cavaron todas las tumbas y quemaron todos los cadáveres en ellas. Y los habitantes de Jimo, siendo testigos de la atrocidad desde las murallas de la ciudad, lloraron apasionadamente y estaban todos impacientes por ir y luchar, aumentándose diez veces su furia. Tian Dan sabía entonces que sus soldados estaban listos para cualquier empresa.
Pero en vez de una espada, él mismo tomó un azadón con sus manos, y ordenó que se distribuyeran otros entre sus mejores guerreros, mientras que las filas se llenaron con sus esposas y concubinas. Entonces sirvió todas las raciones restantes y ordenó a sus hombres que se las comieran. Se ordenó que los soldados regulares se escondieran y las murallas se llenaron con los hombres más viejos y débiles y con mujeres. Hecho esto, se hicieron los envíos al campamento enemigo para disponer los términos de la rendición, con lo que el ejército Yan gritó de alegría.
Tian Dan también recogió 20000 onzas de plata (567 kg) del pueblo, e hizo que los ciudadanos ricos de Jimo lo enviaran al generan Yan con la petición de que, cuando la ciudad se rindiese, no permitiría que se saquearan sus hogares ni se maltratara a sus mujeres. Ji Jie, de buen humor, concedió su petición; pero este ejército se había vuelto entonces cada vez más flojo y descuidado.
Mientras tanto, Tian Dan reunió mil bueyes, los adornó con piezas de seda roja, pintó sus cuerpos con rayas de colores como de dragón y sujetó cuchillas bien afiladas en sus cuernos y juntos bien engrasados en sus colas. Cuando llegó la noche, encendió el extremo de los juncos y llevó a los bueyes a través de varios agujeros que había hecho en las murallas, respaldándolos con una fuerza de 5000 guerreros elegidos a dedo. Los animales, enloquecidos de dolor, se precipitaron con furia en el campamento enemigo donde causaron la mayor confusión y espanto; porque sus colas actuaban como antorchas, mostrando el horrible patrón en sus cuerpos, y las armas en sus cuernos mataban o herían a cualquiera que entrara en contacto.
Mientras tanto, la banda de 5000 se arrastraba con sus bocas cerradas con piezas de madera, y ahora se lanzaban al enemigo. En el mismo momento, surgió un terrorífico ruido en la propia ciudad, todos aquellos que se quedaron atrás, haciendo tanto ruido como era posible golpeando tambores y martilleando recipientes de bronce, hasta que el cielo y la tierra retumbaban por el alboroto. Aterrorizado, el ejército Yan huyó desorganizado, perseguidos por los hombres de Qi, que lograron matar a su general Ji Jie. Mientras el ejército de Yan se retiraba, en desorden y confusión, los soldados de Qi lo persiguieron, y los destruyeron mientras los presionaban hacia el norte.
Todas las ciudades por la que pasaron se revelaron, y se reunieron con Tian Dan, cuyas tropas eran cada día más grandes. Mientras huía de una victoria tras otra, el ejército de Yan era derrotado todos los días, y finalmente alcanzó la orilla norte del río Amarillo. En este momento, eran más de setenta ciudades las que habían vuelto a Qi.
Puntos fundamentales de la acción de Tian Dan
Tian Dan se embarcó entonces en una acción en varias fases para socavar la voluntad del enemigo y reconstruir el espíritu de los defensores. Primero creó un "augurio auspicioso" dejando comida en los patios cada vez que la gente ofrecía sacrificios, atrayendo así a bandadas de aves, un fenómeno que confundió a los soldados Yan.
En segundo lugar, dio una veracidad trascendente a sus medidas pretendiendo recibir órdenes espirituales. En tercero, anticipó correctamente lo que haría que sus tropas fueran determinadas, sacrificando despiadadamente el bienestar de los prisioneros mantenidos en el campamento Yan preocupándose volublemente de que el espíritu Qi se vería gravemente afectado si les cortaban las narices. Cuarto, hizo que los agentes dobles lamentaran la grave consternación que sufrirían si se exhumaban las tumbas externas, engañando a Yan para que enfureciese a la población cuando quemaron los cadáveres. Luego, su familia llevó el trabajo de fortificación, alimentando personalmente a sus oficiales, y nutriendo el exceso de seguridad de Yan ocultando a los sanos, mostrando visiblemente solo a los débiles y heridos.
Finalmente, Tian Dan no solo se aprovechó del antiguo ardid de la falsa rendición para inducir laxitud, sino que además aumentó su efectividad sobornando a los generales Yan.
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