La recuperación de una parte importante del legado de Mikio Naruse, que parecía tan remota o directamente una quimera hace no tanto, se ha materializado en la aparición en poco tiempo de un abundante ramillete de nuevas películas.En los casos de otros directores, estas "puestas al dia", pueden sacar a la luz obras que complementen o incluso compitan con el tiempo con las conocidas, ensanchando el concepto que pudiese haberse tenido de sus autores, limando quizá alguna arista de atributos dados por buenos desde siempre, tal vez iluminando algún rincón difuso o tenido por excéntrico de films establecidos ya como básicos.Con Naruse no. Naruse es un continente al que apenas hemos arribado y cada nuevo paso, por mucha apriorística uniformidad que pensemos que tiene su peculiar forma de hacer cine, descubre cosas nuevas y pulveriza otras tantas que ya creíamos definitivas."Haru no mezame", de 1947- y hay más ejemplos, de todas las épocas - inmersa en un periodo hasta ahora considerado de transición al gran rush final que se iniciará con "Meshi", cuatro años después, debe ser una de las películas más maravillosamente desconcertantes de la historia del cine.
Tal vez sea éste el gran film impresionista.