Si sigues mi blog desde hace algún tiempo sabrás lo que me gusta esta época del año y lo que para mí representa. Hace un par de años me hice con unas piezas de fieltro para realizar un calendario de adviento que pudiera ser "long- lasting", reutilizable y "casero". Sobretodo pensaba en Èlia, mi hija, y en transmitirle la ilusión y la magia de este "tiempo de espera" antes de la Navidad. Ahora, a sus cuatro años, está viviendo esa ilusión y, lo que es mejor, haciéndonos partícipes a todos en casa de ella.
Hoy en día es difícil encontrar ejemplos de la "pedagogía de la espera": el valor de las cosas trabajadas poco a poco, de bendecir cada paso del camino y de disfrutarlo. Es para mi un valor imprescindible para una plena que desde el principio deseé transmitir a mi hija. Y el calendario de adviento, tan simple como parece, contiene ese tesoro.
No sólo de chocolatinas vive el calendario de Adviento... El primer año utilizamos sus casillas para esconder las piezas del pesebre, reservando el Niño Jesús para el día 25. Este año combinamos pequeñas chucherías con regalitos sencillos y mensajes.
Otras maneras de utilizarlo:
1. Un reto que cumplir cada día.2. Un gesto cariñoso entre la familia.3. Un pequeño regalo a alguien (puede ser una frase de ánimo, agradecimiento, un favor, una sonrisa amable).4. Un enigma que resolver(a los más jóvenes puede que les encante).5. Una manualidad sencilla diaria. 6. Una propuesta para el tiempo libre: película, paseo, visita, museo, etc...7. Una frase positiva para repetirse a lo largo del día.
Las posibilidades son inmensas. ¡La imaginación al poder!
El Adviento es el tiempo que precede a la Luz. Preparémonos para recibirla digna e ilusionadamente. Dulce espera.